La última Encíclica de Benedicto XVI, Caritas in veritate,
impresiona por la profundidad de las ideas que aporta. “La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se
ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y
resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico
desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor
—«caritas»— es una fuerza extraordinaria, que
mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el
campo de la justicia y de la
paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y
Verdad absoluta. Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que
Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente” (n.1).
A
lo largo del documento el Santo Padre analiza los grandes documentos sociales
del Magisterio de la Iglesia desde León XIII hasta nuestros días.
De ese modo se muestra la continuidad y, por otra parte, las aportaciones que
cada uno de ellos realiza. El hilo conductor de la doctrina social de la
Iglesia es la dignidad de la persona humana. Para la Iglesia esa dignidad es
máxima, pues el hombre, cada hombre, es imagen y semejanza de Dios.
Benedicto
XVI hace una vibrante llamada a los cristianos del mundo entero a vivificar las
organizaciones, la familia, el entramado social y profesional. Todo debe estar
lleno por el amor.
“En efecto, la economía y las finanzas, al ser instrumentos,
pueden ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo
referencias egoístas. De esta forma, se puede llegar a transformar
medios de por sí buenos en perniciosos. Lo que produce estas
consecuencias es la razón oscurecida del hombre, no el medio en cuanto
tal. Por eso, no se deben hacer reproches al medio o instrumento sino al
hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad personal y social” (n.36).
También
subraya la esperanza: la globalidad, las crisis del desarrollo, etc., son retos
al amor. “La verdad de la globalización como proceso y su criterio
ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su
crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para
favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria,
abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria” (n.42). Sólo desde el amor y
la caridad se pueden construir soluciones acordes con la dignidad de la persona
humana. Redes de Caridad que den calor de hogar y de familia al mundo (cfr. n.5). El relativismo moral y ético imperante
lleva a Benedicto XVI ha propiciar un diálogo mundial. “En efecto,
la economía tiene necesidad de la ética para su correcto
funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética
amiga de la persona” (n.45).
La
Iglesia no puede dar soluciones técnicas, pero sí señalar
principios éticos que ayuden a encontrarlas: “Las grandes novedades que
presenta hoy el cuadro del desarrollo de los pueblos plantean en muchos casos
la exigencia de nuevas soluciones. Éstas han de buscarse, a la
vez, en el respeto de las leyes propias de cada cosa y a la luz de una
visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la
persona humana, considerada con la mirada purificada por la caridad. Así
se descubrirán singulares convergencias y
posibilidades concretas de solución, sin renunciar a ningún
componente fundamental de la vida humana” (n.32).
José Carlos Martín de la Hoz
BENEDICTO
XVI, Caritas in veritate, ed. Palabra, Madrid 2009.