Seguramente es una tendencia ya antigua, habría que buscar en la historia, pero en los últimos decenios se han dado casos, especialmente en Estados Unidos, de personas que se encierran en un ambiente minoritario para protegerse de influencias malignas. Ante ambientes depravados, ante la inmoralidad ambiental, hay que protegerse cuidando que no entre la influencia de los medios de comunicación, y que no haya contacto apenas con personas extrañas.
Me ha venido a la cabeza esta tendencia al leer “Una educación”, de Tara Westover, de reciente publicación, donde se cuenta la historia de una familia mormona que evita el trato con médicos -tienen su propia medicina naturalista- no llevan a los niños a la escuela, seguros de que les van a pervertir, y, por lo mismo, no tienen ningún interés por la universidad. La autora ha sufrido todo tipo de barbaridades por parte de su padre -cuya conducta llega a límites increíbles- y de su hermano que la maltrata cuando se da cuenta de que los traiciona. Sin duda es una situación extrema, aunque autobiográfica, que hace ver hasta qué punto se puede llegar por esa tendencia a ver malvados por doquier.
Me recomendaron que leyera “La restauración de la cultura cristiana” de John Senior, con prólogo de Natalia Sanmartín. Creo que no llegué a la mitad. Cuenta la historia de un grupo en Estados Unidos que consideran que no se puede vivir en la sociedad actual sin riesgo de perversión y proponen un encerramiento en un ambiente tradicionalista extremo. Fue entonces cuando relacioné a este tipo de cristianos exclusivitas con “El despertar de la señorita Prim”, novela de gran interés y con un éxito editorial importante.
En la novela de Sanmartín hay un grupo de gentes que viven bastante cerrados en un pueblo desconocido. En principio este no es el aspecto más llamativo. Si es más curioso el hecho de que el protagonista no lleva a sus hijos a la escuela. Los enseña en casa, él mismo. Esto tampoco es demasiado relevante pues hay familias en España que consiguen esquivar las leyes para no enviar a los niños al colegio.
Pero solo cuando leí, en parte, el libro de Senior até cabos y entendí de dónde venía la problemática de la señorita Prim. Parece ser que el grupo religioso que surge de ese movimiento de John Senior ha tenido mucho éxito y han surgido numerosas conversiones, lo cual es motivo de alegría. Pero solo deseo a esos conversos que no se queden en un mundo pequeñito y postizo.
Recientemente ha estado en pantalla en España una película sobre San Pablo. Ha gustado a mucha gente, me da la impresión de que a la mayoría de los espectadores. Pero a mí me llamó la atención un aspecto que aparece en ese relato y que distorsiona gravemente la historia: los primeros cristianos de Roma aparecen todos juntos escondidos en un lugar de la ciudad que pueden ser unas ruinas o un edificio grande antiguo. Eso es grave para la percepción de lo que es el cristianismo. Los cristianos estamos en el mundo para influir en el ambiente, para dar a conocer, con nuestro modo de vivir y con la palabra, la doctrina de Jesucristo. Nada más lejano de la realidad que estar escondidos para que no nos hagan daño.
Y esto ni en los mormones de Utah, ni en los seguidores de Senior, ni en el pueblo de la señorita Prim.
Ángel Cabrero Ugarte
Tara Westover, Una educación, Lumen 2018
Natalia Sanmartín, El despertar de la señorita Prim, Planeta 2013