Los Profesores de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid,
han logrado una buena síntesis, sería y fundamentada, acerca del desarrollo de
la política en la Segunda República. Con un tono serio y objetivo, deducen
algunas conclusiones que aportan luces sobre la interpretación histórica de uno
de los momentos claves de la historia de España del siglo XX, actualmente en
revisión.
Por los datos que aportan los autores de este trabajo se comprueba
el escaso grado de sensibilidad democrática y de confianza respecto a las
diversas opciones políticas en el juego político de la época. Así
lo entendió el electorado, pues en poco tiempo algunos de los más señalados
protagonistas de la implantación de la República en España fueron perdiendo
escaños en las sucesivas elecciones que se celebraron desde 1932: "La
izquierda republicana apenas había sobrevivido dos años tras aprobar una
Constitución que era hechura de sus ideas, y eso, además, habiendo controlado
en aquél tiempo el gobierno de la nación" (p.18). Inmediatamente, los
autores del libro, señalan la ausencia de autocrítica. Pues ante los buenos
resultados de la CEDA en los comicios de 1933 señalan: "No se interrogaron por las causas profundas de aquella
movilización conservadora que desmontó de la noche a la mañana el mito de una
nación republicana progresista" (p.18).
Es interesante la observación que se anota en este trabajo
del momento en que se anunció que la
CEDA entraría en el Gobierno, a pesar de la oposición del Presidente de la República
Alcalá Zamora, y la consiguiente revolución de octubre de
1934: "Los insurrectos fracasaron, pero el hecho de que la izquierda
republicana no condenara sin ambages ese comportamiento y se negara a admitir
que la República pudiera ser gobernada por quienes no compartían la política de
izquierdas, dificultó un acercamiento entre los moderados para fortalecer el
régimen frente a la derecha autoritaria y la izquierda revolucionaria"
(p.19).
Este dato es importante, pues como es sabido, "Las Cortes aprobaron la Constitución en
diciembre de 1931, pero no se produjo entonces su disolución, sino que
prosiguieron su trabajo durante casi dos años más" (p.52).
En cualquier caso, los profesores de la Rey Juan Carlos, señalan que los
dos grandes partidos mayoritarios (PSOE y CEDA) tenían poca sensibilidad
republicana: "Ninguno era un partido netamente republicano, por lo que no
era lógico esperar que fueran ellos quienes impulsaran un gran acuerdo entre
los moderados para estabilizar el régimen" (p.21).
El clima de crispación que se produjo durante la aprobación
de la Constitución en 1931 prosiguió durante los siguientes años. La escasa
cultura democrática y la presencia de grupos revolucionarios a ambos lados del
espectro político llevó a la aprobación de la "Ley de la defensa de la República, en su
artículo 3, facultaba al titular de gobernación para que, entre otras cosas:
'suspender las reuniones o manifestaciones públicas de carácter político,
religioso o social, usando por las circunstancias de su convocatoria sea
presumible que su celebración pueda perturbar la paz pública" (p.124).
Todavía queda mucho que repensar de ese período para
aprender, entre otras cosas la necesidad del diálogo y de la confianza entre
los diversos modos de entender la vida y la política. Sin esa confianza es
difícil gobernar para todos.
José Carlos Martín de la Hoz
Manuel ALVAREZ TARDÍO-Roberto
VILLA GARCÍA, El precio de la
exclusión. La política durante la Segunda República, ed. Encuentro,
Madrid 2010, 319 pp.