La confusión entre formación e información


lang=ES-TRAD style='mso-ansi-language:ES-TRAD'>Cuando uno oye la radio, lee los

periódicos y ve la televisión contempla con estupor cómo gentes de toda

extracción pontifica sobre los más variados temas. Eso en principio no es nada

censurable, pero muchos de ellos, en la mayoría de las ocasiones periodistas

rasos, ofrecen criterios con tanta autoridad como si supieran de lo que hablan.

En el fondo es porque se confunde la formación con la información.


lang=ES-TRAD style='mso-ansi-language:ES-TRAD'>Los medios de comunicación nos

han hecho creer que lo importante es estar informado. Algunas emisoras entran

en el paroxismo de ofrecer noticias cada treinta o quince minutos, como si el

mundo dejara de girar si no conocemos lo último de lo último. La información es

un valor de mercado, se aprecia, y se le exige a la persona de cultura media como

un intangible precioso.


lang=ES-TRAD style='mso-ansi-language:ES-TRAD'>Sin embargo, a pesar de que

estar informado es una cosa buena en sí misma, la información que uno "gana" no

puede sustituir nunca a la formación que uno "adquiere". No hay más que fijarse

en el antiguo debate sobre educación sexual. Se llamaba educación a que los

niños "supieran" cosas sobre el sexo, pero no que tuvieran un criterio personal

que dominara su voluntad a la hora de afrontar unas posibles relaciones

sexuales. Lo mismo pasa con la política. Los comentaristas políticos pontifican

sobre política porque están al día de los tejemanejes de los partidos, pero no

necesariamente ofrecen criterios fiables (por fundamentados en la razón) sobre

actitudes sociales o cívicas, que son la verdadera política.


lang=ES-TRAD style='mso-ansi-language:ES-TRAD'>La diferencia entre la formación

y la información es que la primera requiere un procesamiento de la segunda, una

adaptación a la experiencia personal y a los criterios morales propios, hasta

llegar a unas conclusiones que pueden pasar por aceptar esa información como

válida y objetiva o como subjetiva y rechazable. No son dos conceptos que estén

al mismo nivel. Por eso no el que tenga mayor información es el que posee mayor

formación. Normalmente, eso lo saben bien tanto las autoridades como las

empresas mediáticas; se lanza un mensaje para que sea aceptado sin más por el

receptor, a través de un mensaje impactante, un titular o una intervención en

la que en solo cincuenta y nueve segundos debes hacerte entender, así sin

reflexión, sin un cruce amable de ideas o interpelaciones interesantes. Lo

importante es el impacto, el eslogan rápido.


lang=ES-TRAD style='mso-ansi-language:ES-TRAD'>Si primara la formación sobre la

información, ahora en España no estaríamos hablando de la necesidad de los

debates de ideas. Llevamos tantos años ya cruzando eslóganes, consignas y

titulares que hemos olvidado la sana costumbre del diálogo reposado con los

demás y el diálogo interior que permite establecer prioridades, discernir lo

bueno de lo malo y forjar la personalidad.


style='mso-ansi-language:ES-TRAD'>                Si

primara la formación sobre la información, ahora España no sería un país

influenciable por la mentira, los chascarrillos e insultos "informativos"

matutinos y vespertinos, no sería una selva poblada de indigentes intelectuales

en cargos públicos.

Carlos
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Profesor

del Centro Universitario Villanueva