La escuela de traductores de Toledo



La reciente
edición del tratado de Gundisalvus en la Universidad de Navarra, vuelve a
subrayar la importancia de la escuela de traductores de Toledo del siglo XII.
Presidida por el arzobispo D. Raimundo (1125‑1151), un equipo de
intelectuales se dedicaron a traducir al latín las
obras más importantes de los árabes, prestando con ello un valor incalculable a
la cultura europea.


Evidentemente no se trataba de una Escuela organizada, con un plan de
investigación, tal como hoy lo entendemos, sino un grupo de traductores con
conocimientos del latín, árabe y hebreo que a través de las traducciones y bajo
el mecenazgo  del arzobispo produjeron
una literatura de carácter científico; Arstronomía, Matemáticas y Medicina,
pero también otras de tono literario y filosófico. Estas últimas, influyeron
grandemente en la Europa de la universidad (pp.21-34). Ese encuentro de
culturas tuvo lugar en diversos lugares, pero Toledo tuvo particular
importancia.


La tradición de recoger los conocimientos de los pueblos conquistados había
sido habitual en la expansión del Islam: "El
núcleo más importante de traductores al árabe se dedicó a trasvasar a esta
lengua lo mejor y lo más importante de la producción griega. Sus traducciones
se basaron inicialmente en las versiones siriacas realizadas a partir del siglo
III por muchos eruditos del Próximo Oriente que creían que la filosofía de la
antigüedad era compatible con el cristianismo e intentaban probarlo mediante el
estudio de los autores clásicos, en especial Aristóteles, a los cuales vertían
al siriaco.. Esto explica la abundancia de textos griegos que encontramos ya
traducidos al árabe a fines del siglo VIII
" (J. VERNET, Lo que Europa debe al Islam en España, ed.Acantilado, Barcelona 2006,
p.120).


En esa
Escuela, por tanto, sobresalen Domingo Gonzalvo o Gundisalvo, arcediano de
Segovia, y el convertido Juan Hispano (Ibn Dawwud), quienes trabajan
conjuntamente con italianos, ingleses y alemanes que vienen a Toledo con esta
finalidad. Gundisalvo no es un mero traductor, sino que por su cuenta compone
obras de gran importancia en la historia de
la filosofía. En ellas se percibe la influencia del pensamiento judeo‑musulmán,
sobre todo del malagueño Ibn Gabirol o Avicebrón, del que traduce su deliciosa
obra La fuente de
la vida. En su tratado Del principio
del mundo
, Gundisalvo logra hacer una estupenda síntesis filosófico‑teológica
de las obras aristotélicas y musulmanas que conocía.


Ahora bien, no pasemos por alto las dificultades de las traducciones de los
conocimientos científicos y filosóficos del árabe al castellano y al latín.
Convendría considerar más detenidamente la fiabilidad de esas traducciones y de
sus habituales errores


José
Carlos Martín de la Hoz


 


A.FIDORA, Domingo Gundisalvo y la teoería de la ciencia arábigo-aristotélica, ed.
Eunsa, Pamplona 2009