La falsa medida del hombre

 

El profesor Stephen Jay Gould (1941-2002) era un afamado científico, paleontólogo y antropólogo ferviente seguidor de Darwin y muy crítico con algunas de las conclusiones inveteradas de algunos científicos que no han comprobado seriamente las hipótesis que manejan.

La tesis del libro radica en atacar el determinismo biológico: “el determinismo biológico es un tema demasiado amplio para un solo hombre y un solo libro, porque incide virtualmente en todos los aspectos de la dialéctica entre biología y sociedad tal como se ha desarrollado desde los albores de la ciencia moderna” (45).

Es muy interesante caer en la cuenta de cómo se ha tendido a medir el coeficiente intelectual y su localización en el cuerpo humano “y el uso de esos números para clasificar a las personas en una sola escala de méritos, descubrir en todos los casos que los grupos -razas, clases o sexos- oprimidos y menos favorecidos son innatamente inferiores y merecen ocupar esa posición. En suma, este libro abaliza la falsa medida del hombre” (46).

Enseguida remachará: “Al volver a analizar los conjuntos de datos utilizados en los estudios clásicos sobre el tema, he podido detectar una y otra vez la incidencia de unos prejuicios a priori que guiaron a los científicos hacia conclusiones incorrectas a pesar de haber partido de datos adecuados o que, incluso distorsionaron la recolección de duchos datos” (48).

Por tanto dirá: “las justificaciones preevolucionistas de la jerarquía racial adoptaron dos modalidades. Según el argumento más blando la creación única de Adán y Eva garantizaba, como afirma la Biblia, la unidad de todos los pueblos. Esta concepción se llamó monogenismo u origen a partir de una única fuente. Las razas humanas son producto de la degeneración que sucedió a la perfección del Paraíso” (59).

En seguida añadirá: “El argumento más duro prescindió de la versión bíblica por considerarla alegórica y sostuvo que las razas humanas eran especies biológicas separadas y descendían de Adanes diferentes. A los que propusieron este argumento se les llamó poligenistas” (60).

Lógicamente, hemo de añadir, con toda claridad y firmeza, con nuestro autor que “las razas humanas constituían especies distintas” (63), tal y cómo ha mostrado la ciencia repetidamente: “como justificación para desprestigiar un compendio de errores comunes, Browne señala correctamente que las falsas creencias surgen de las teorías incorrectas acerca de la naturaleza y, por tanto, actúan como impedimentos activos del saber, no únicamente de risibles signos del primitivismo” (351).

José Carlos Martín de la Hoz

Stephen Jay Gould, La falsa medida del hombre, ediciones Crítica, Barcelona 2025, 399pp.