El profesor James Arthur de la Universidad de Birmingham en Inglaterra, promueve junto a su grupo de investigación una nueva revisión y actualización del concepto de virtud en orden a la formación del carácter y el renacimiento de la educación cristiana en las virtudes.
Lógicamente, el profesor Arthur partirá del principio de la unidad de la persona para desembocar en lo que san Josemaría denominaba la unidad de vida (17). Seguidamente, volverá al esquema clásico: “ver, juzgar y actuar” (21). De ese modo puede resumir la cuestión: “las virtudes describen la vida cristiana” (31).
Enseguida recogerá la crítica actual del concepto de virtud que se da en muchos ambientes, es decir, cuando se rechaza la virtud por individualista y semipelagiana (36). La respuesta a esas objeciones sería: “la primacía de la vida cristiana no está en la voluntad sino en la gracia” (37), como expresan muy bien las virtudes teologales, infusas en el alma (39, 122 y 123).
Todo esto ha sido recogido en el pontificado del papa Francisco que arrancó con el año de la misericordia, opuesto al reduccionismo de una moral basada en la ley y en el pecado. Indudablemente conviene recordar que el hombre da gloria a Dios correspondiendo a la gracia con el buen uso de la libertad (52).
Así pues, el profesor Arthur propone la educación católica como: “fortalecer la identidad cristiana de los católicos mediante la enseñanza para el compromiso” (57). Lógicamente el compromiso alude a enamorarse de Jesucristo e identificarse con el tesoro de la revelación que el mismo nos ha traído. En definitiva, según James Arthur para algunos autores la teología moral se construiría: “observando quien era Jesús y cómo se relacionaba con los demás encontramos la dirección de las virtudes que necesitamos cultivar” (62). El problema consistiría en que el hombre autónomo, podría crear su propio sistema moral independiente y, por tanto, como afirma McIntyre: “las diferencias entre las perspectivas morales no pueden ser discutidas racionalmente, ya que todo argumento no es más que una afirmación que vale igual que su afirmación contraria” (66).
Precisamente, cuando nuestro autor desciende a la pedagogía de las virtudes señala lo siguiente: “La moral cristiana consiste en vivir con la guía e inspiración de las Escrituras cristianas, la tradición, la razón humana y la experiencia. el cristianismo ofrece a sus seguidores una guía para vivir moralmente a través de sus observancias, creencias y expectativas” (203). Hay dos cuestiones que deja en el aire: la primera que la moral, como dice el Nuevo Catecismo es “la vida en Cristo” (CEC n. 1695) y la segunda que El Magisterio de la Iglesia ha ido señalando el camino a lo largo de la historia y, por tanto, en la formación de la conciencia conviene repasar lo que Ella nos ha dicho, como recuerda san Juan Pablo II en la “Veritatis Splendor” (1993).
José Carlos Martín de la Hoz
James Arthur, Virtud. La formación del carácter y el renacimiento de la educación cristiana en las virtudes, ediciones Rialp, Madrid 2023, 332 pp.