En el Malthusianismo planteado por el reverendo inglés Thomas Malthus, se configuran las bases ideológicas de la obsesión por el control de la población que actualmente sigue vigente. De este ideólogo nos ha quedado poco más que su afirmación, que se ha mostrado totalmente errónea, según la cual la población mundial crece el progresión geométrica, mientras que los recursos alimentarios sólo lo hacen en progresión aritmética. Pero lo que mucha gente desconoce son las brutales ideas que este personaje defendió.
Malthus propuso como legítimos aquellos medios que aumentaban el número de muertes: el hambre, la miseria, las epidemias y las guerras. Además, los elevó al rango de fenómenos o leyes naturales, males necesarios y requeridos para limitar la población. En opinión de Malthus, el hambre permite a los pobres vencer la indolencia y dedicarse al trabajo y la industria. En otras palabras la guerra, la miseria, la enfermedad y el hambre se presentan como herramientas a disposición del Estado para controlar el número de habitantes.
Heredero de la tradición calvinista en la que los justos están predestinados a salvarse mientras que los pecadores son condenados irremisiblemente a la perdición, Malthus considera que estas leyes son castigos naturales reservados a las clases bajas que no cumplan su contención moral y no restrinjan sus facultades de reproducción. Es como si no estuvieran invitados al gran banquete preparado por la naturaleza:
Por otro lado era contrario a la beneficencia o a cualquier tipo de ayuda del Estado a los pobres. Según sus palabras “El gobierno nunca debe ayudar a los pobres. Prestarles auxilio equivaldría a estimularles a tener más hijos o a que sobrevivieran más de ellos, con lo que en último término empeoraría el problema del hambre” (Malthus, 1846).
Sin embargo semejantes ideas, con las que pocos estarían hoy de acuerdo, influyeron posteriormente en todos los defensores de la anticoncepción como medio de control de los pobres.
Entre ellos Francis Place, el socialista utópico Robert Dale Owen que se mostraba enemigo de la familia y partidario del “amor libre” en los Estados Unidos o Charles Knowlton (1800-1850), influido por la obra de F. Place, y fascinado por la figura de R. D. Owen, publicó el libro Fruits of Philosophy en 1832, donde defendió y explicó métodos anticonceptivos para personas casadas.
Francis Galton (1822-1911) está considerado el padre de la eugenesia y la “depuración de la raza” pues pensaba que era necesaria porque se estaba produciendo una “degeneración de la raza” en las clases medias inglesas por el hacinamiento en las ciudades y la aparición de diversas enfermedades. Aplicando a rajatabla la tesis darwinistas de selección natural y de supervivencia de los más fuertes así como las ideas de Malthus, defendió la selección de los nacimientos con la eliminación de los débiles o con alguna alteración o defecto. Hoy día la aplicación de sus ideas ha disminuido prácticamente los nacimientos de los maravillosos niños con síndrome de Down.
Pero la creadora del “Control de la natalidad” actual es Margaret Sanger, que por cierto se acabó quitándose la vida. Ella sería quien fusionaría las principales corrientes anti humanistas del momento: neomalthusianismo, eugenismo y feminismo radical.
Uno de los planes más siniestros de Margaret Sanger era emplear el “Control de la natalidad” para exterminar a la población negra de los EE. UU. Este proyecto fue llamado “Negro Project” y fue mantenido en secreto por sus promotores. ·
Al “control de natalidad” se le empezará a denominar “planificación familiar”. Un nuevo prototipo de familia se empieza a gestar. Matrimonios que prefieren la comodidad y el bienestar económico a la “molestia” que supone criar y educar a los hijos. Posteriormente promocionará la denominada revolución sexual.
Pero lo grave del asunto es que las ideas de los ideólogos citados han sido asumidas con la promulgación de los llamados “derechos reproductivos” y los “derechos sexuales” en las Conferencias de población de El Cairo (1994) y de la mujer en Pekín (1995), para culminar finalmente en la denominada ideología de género que destruye la naturalidad de la sexualidad humana y las estructuras sociales ligadas a ella: matrimonio, familia y educación.
La brutalidad de las ideas de los personajes anteriormente citados es tan manifiesta, que resulta inaudito e inexplicable que hayan sido aceptadas, hoy día, por Organismos Internacionales.
Juan Antonio Alonso
Presidente de “Solidaridad y Medios”