La Iglesia y la sociedad

 

El estudio de las relaciones entre la Iglesia y la sociedad que han tenido lugar en la historia, arroja una primera luz importante; y es que nadie representa a la Iglesia más que los miembros de la jerarquía para los ámbitos donde hayan sido nombrados.

Inmediatamente debe ser recordado que la Iglesia es la Comunión de Dios con sus hijos los hombres y entre sí, en Jesucristo por el Espíritu Santo, por tanto, se trata de una relación íntima y personal con Dios y de un mensaje que trasciende.

Evidentemente, como todas las intervenciones de Dios, tiene su reflejo en la historia, en el cruce de lo temporal con lo eterno que llamamos historia. De ahí que pueda haber una historia de la Iglesia en cuanto a la acción de los cristianos a título personal o bien unido con otros.

Decía Ortega y Gasset que la Iglesia alberga en su interior una bomba de relojería que se llama amor a la verdad. Por tanto, periódicamente, cada día el cristiano debe detenerse para comprobar si personalmente y en su vida en sociedad su vida es coherente o no con la verdad que contiene la Revelación cristiana.

Evidentemente, la historia de la Iglesia es la historia de la oración de los cristianos y por tanto de la coherencia o de la incoherencia con el mensaje de Jesucristo. Por eso, siempre, hemos de agradecer que nos señalen nuestras incoherencias con el Evangelio y partir del deseo de hacerlo mejor.

El encuentro personal con Jesucristo será, por tanto, el fundamento de la fidelidad del cristiano, pues como afirmaba Manuel Santos: "Un buen cristiano no es, en primer lugar, el que cumple la doctrina de Jesús. Más bien, es el que vive en amistad actual con la persona de Jesús. Lo decisivo en un cristiano es el encuentro con Jesús".

Así pues, con estas premisas, respecto a la sociedad, podemos afirmar que, en realidad, la primera revolución social comienza por uno mismo y se llama la caridad; salir de nuestro yo, de nuestro estuche y esforzarnos por darnos a los demás, por hacer felices a los demás, como nos insiste el papa Francisco.

Así lo subrayará Mons. Ocáriz, con palabras del entonces cardenal Ratzinger, con motivo de la beatificación de san Josemaría: "Dejamos la santidad a estos pocos desconocidos y nos limitamos a ser como somos. Josemaría ha sacudido a las personas de esta apatía espiritual: no, la santidad no es algo insólito, sino una realidad habitual y normal para todos los bautizados. No consiste en gestas de un impreciso e inalcanzable heroísmo, tiene miles de formas: puede ser realizada en todo estado y condición".

José Carlos Martín de la Hoz

Manuel Santos, ¿También vosotros queréis marcharos? Razones por las que permanecemos con Jesús, ed. San Pablo, Madrid 2015.

Fernando Ocáriz, La vocación al Opus Dei como vocación en la Iglesia, en AA.VV, El Opus Dei en la Iglesia, ed. Rialp, Madrid 2014, 6º edición, 153-154.