El
profesor José
Martínez Millán reúne en este volumen
una amplia y documentada información sobre la Inquisición
española desde sus orígenes en 1478 hasta su abolición en
1833. Es
interesante constatar como gracias a las modernas técnicas
históricas, y a la paciente investigación de muchos historiadores
en los abundantes archivos españoles, se están generando
opiniones mucho más matizadas, y conclusiones bien fundadas acerca de
nuestro pasado. Evidentemente no es cuestión de comparaciones
ridículas entre países, sino más bien de poner los hechos
en su marco histórico, para concluir que hay un rigor de fondo
jurídico en la Historia de España, con lo que eso conlleva de
defensa de la dignidad de la
persona. Si hay documentos es porque siempre se procuraba
actuar conforme a derecho, sabiendo que habrían de dar cuentas a Dios y
al Rey de sus obras.
El
trabajo del catedrático de la Universidad
Autónoma de Madrid adolece, a mi modo de ver, de una
carencia fundamental: el sentido primordial de la fe en la Historia de
España. No es posible entender muchos de los hechos históricos
sin tener en cuenta la raíz de la fe, tanto personal, como de elemento
capital de cohesión entre los españoles. En el siglo XVI, la
salvación del hombre era el fin tanto de la Iglesia, como del Estado,
como de la gran mayoría de los españoles. Una fe que era el
camino de salvación, lo cual para una cultura en la que la esperanza de
vida era baja, y acostumbrada a la experiencia de la muerte, tenía un
valor enorme. Pues la otra vida estaba muy cercana. Cuando se pierde esa
óptica, o no se percibe, los autores, como es el caso de Martínez
Millán, recurren a grupos de poder, como motor de la historia. Evidentemente
que existían luchas por el poder, pero sin la fe cristiana, esas
explicaciones quedan mancas.
Cabe
la interpretación del Tribunal de la Inquisición como un intento
de buscar la conversión y la vuelta a la verdadera fe de los herejes, de
aquellos que estaban poniendo en riesgo su salvación eterna. Al menos el
Prof. Martínez Millán debería dar esa posible
interpretación, pues está presente en los documentos que lee y
cita en su magnífico trabajo.
Finalmente,
vale la pena resaltar la actitud autocrítica de los propios
españoles. Son los primeros en levantar sus voces para quejarse de las
actuaciones desacordes a derecho, de las extra limitaciones de las funciones de
los gobernantes, o sencillamente para criticar al Rey o a sus mandatarios,
tanto en el fondo como en la
forma. Este derecho a la opinión lo ejercen los
grandes intelectuales y el pueblo sencillo, como sigue sucediendo en la actualidad. Lo que
sigue siendo necesario es que procuremos informarnos adecuadamente, pues este
trabajo recuerda lo fácil que es construir lugares comunes y extenderlos
frívolamente. También los historiadores serios como
Martínez Millán deben considerar que aquellos hombres
tenían fe, aunque a veces no fueran coherentes con ella en sus vidas.
José Carlos Martín de la Hoz
Para leer más:
José Martínez Millán, J. (2007) La
Inquisición española,
Madrid, Alianza Editorial
Comellas, B.
(2004) La Inquisición
española, Madrid, Rialp
Kamen, H.
(1988) La inquisición
española, Madrid, Crítica