Las Cortes de Cádiz y la
implantación del liberalismo en la
España del siglo XIX es el marco een el que se sitúa el
presente trabajo en torno a la abolición de la Inquisición.
Lógicamente los autores, a
lo largo de este magnífico trabajo, se preguntan por los objetivos y
metodología del Tribunal de la
Inquisición que desde 1511, con pequeños rebrotes, había
cumplido su misión (la lucha contra la herejía judaizante) y vivía una vida
lánguida desde entonces. De ahí que, al comienzo del trabajo se interroguen: "¿A
qué se debió la extraordinaria resistencia de la Inquisición española
ante los intentos de reformación o de acabar con ella? ¿Por qué llegó a vieja?
Esta es la pregunta que da respuesta el libro" (p. 11).
En segundo lugar, se
detendrán a caracterizar el primer liberalismo y su lenta implantación, aspecto
que les llevará a centrarse en el período entre 1808 al 1834, con los sucesivos
vaivenes hasta la completa desaparición del Tribunal.
Lógicamente, para poder
cubrir los objetivos indicados dedicarán especial atención a la Ilustración española,
a la que lógicamente alteraba, como en ningún otra época, el uso del secreto en
el procedimiento inquisitorial: "La Inquisición no alteró
a lo largo del siglo XVIII su forma de proceder, ni por supuesto sus objetivos.
Tampoco sufrió modificación otro de sus rasgos fundamentales: el secreto" (p.34).
En el siglo XVIII, con el
regalismo de los borbones se intentó domeñar al Tribunal poniéndole coto a sus
tareas: En 1768 en momentos de regalismo fuerte se establece que no puede la Inquisición publicar
indices de libros prohibidos sin autorización regia. Ante la protesta del
Inquisidor general le responde Floridablanca entonces fiscal de Castilla
"declararon que la
Inquisición había abusado de su poder y recordaron al Santo
Tribunal que su autoridad provenía del rey y que debía limitar su actividad al
objeto para el que fue instituido". (p. 40). Se le recuerda que ese objetivo era
salvaguardar la fe, es decir perseguir la herejía contumaz y apostasía.
Las Cortes de Cádiz no iban
a abolir la inquisición como había hecho Napoleón, al hacerse con el poder
regio en España, sino que "sería regulada según se construyera el nuevo sistema
político" (p. 90). Y así fue efectivamente. En primer lugar, la nueva ley de
libertad de prensa y de imprenta le asignaban un golpe mortal al quitarle
funciones capitales a la
Inquisición (p. 92) y entregarlas a los obispos en lo
referente al dogma (p. 93).
Así pues nos dice este
trabajo: "Lo que este parlamento se debatió fue, por una parte, la existencia
de una institución heredada del Antiguo Régimen que desde decenios antes muchos
consideraban obsoleta y poco adecuada para proceder a la modernización de
España y, por otro lado, una determinada forma de entender la Iglesia como institución"
(p.99)
La abolición de las Cortes de Cádiz mostraba la incompatibilidad
de la nueva constitución con la
Inquisición y proponía Tribunales Protectores de la fe controlados
por los obispos (p.100), pues se trataba se secularizar la sociedad (p,103).
El trabajo es completo,
redondo y fácil de leer.
José Carlos Martín de la Hoz
E. LA PARRA-M. A. CASADO,
(2013), La Inquisición
en España. Agonía y Abolición, ed. Los libros de la catarata Madrid,
2013, 230 pp.