La juventud y el Santo Padre Francisco

 

Indudablemente, el reportaje que Disney Chanel está difundiendo por el mundo entero y que está anunciado en las marquesinas de las calles de las grandes ciudades de España, transmite un mensaje de mucha alegría para el Santo Padre al poder estar con gente joven en situación marginal, muchos de ellos proceden de la periferia, es decir, de familias desestructuradas, con problemas importantes en el alma y en el cuerpo, con situaciones muy límites en su vida, muchos de los cuales han crecido y viven  al muy lejos de Dios y, por tanto, de la Iglesia.

En realidad, la sonrisa y la serenidad del Santo Padre cuando está con los jóvenes muestra que lo que le importa no es solucionar sus problemas y dudas de fe, sino sencillamente escucharles, conocer sus inquietudes, hacerse cargo de sus ilusiones y de sus preocupaciones, pues como buen padre sabe que lo mejor que puede hacer por ellos, en primer lugar, es rezar por ellos e inmediatamente acogerles, comprenderles y trasmitirles seguridad en que todo será para bien: que Dios tiene previsto llevar a cabo una gran obra con cada uno de ellos partiendo de su propio corazón. Les invita a que, si ellos se dirigen a Jesucristo y leen su vida, Él les encontrará y les transformará.

Afirmaba Juan Pablo II en la “Tertio Millenio adveniente” que la historia de la humanidad se divide en dos: antes de la venida de Jesucristo el hombre, poseedor de la primera revelación a Adán y Eva, andaba buscando a Dios a tientas y, después de la venida de Jesucristo, era Él el que viene cada día en nuestra búsqueda.

Dentro de unos meses se encontrará en Lisboa en la JMJ, a jóvenes católicos normales que irá acompañados con sus amigos, muchos de los cuales seguramente no serán practicantes, pero todos, como los del reportaje, irán ilusionados por escuchar qué les dice el santo Padre. Lo que Dios quiere hacer con ellos.

Evidentemente, el papa Francisco en Lisboa les dirá a los jóvenes venidos del mundo entero muchas cosas, la primera que les quiere con toda su alma, lo segundo que confía plenamente en ellos y les dirá a las autoridades vistas del mundo al acto que den el palitroque, como en las carreras de relevos, a esos jóvenes bulliciosos pues están preparados para tomar el mando de la Iglesia y de la sociedad.

Finalmente, les dirá que ha rezado y rezará con mucha seguridad al Espíritu Santo para que despierte vocaciones para todas las Instituciones de la Iglesia y todas las diócesis de modo que puedan seguir llevado a cabo por el mundo entero esa siembra de evangelización y de obras de misericordia, cada una fiel a su carisma.

Indudablemente, en la JMJ hablará a los jóvenes novios para que se preparen bien y maduren pronto y puedan construir familias fuertes y vigorosas que recompongan el tejido social y económico de los países, luchen contra las desigualdades sociales y de todo tipo.

Al final, el reportaje de Disney y la JMJ de Lisboa serán exactamente lo mismo: escuchar a los jóvenes, trasmitirles el calor de Jesucristo, la confianza de Jesucristo y la seguridad. Como gritó Juan Pablo II en la misa de toma de posesión de su Pontificado: “abrid las Puertas a Cristo, es más abrirlas de par en par”.

José Carlos Martín de la Hoz