La libertad del desierto

 

La profesora Silvia Acerbi de la Universidad de Cantabria, experta en historia del cristianismo antiguo, ha tenido el acierto de realizar con todo cuidado una magnífica edición de los tres pequeños tratados escritos por San Jerónimo de Estridón (347-420) acerca de tres de los grandes anacoretas egipcios de la antigüedad cristiana: san Pablo, san Malco y san Hilarión.

Como es bien sabido, la profunda crisis espiritual del siglo V se produjo por la entrada masiva en la Iglesia de miles de personas de toda clase y condición, muchos de los cuales fueron bautizados muy rápidamente por un clero escaso y preparado con urgencia. De hecho, el tránsito vertiginoso de una Iglesia periódicamente diezmada por las persecuciones y reactivada por la santidad a una Iglesia de masas, se produjo con una patente caída de tensión espiritual.

Recordemos que el Espíritu Santo suscitó un evidente movimiento de santidad, pues miles de cristianos buscaron imitar a Jesucristo en sus cuarenta años de vida en el desierto y decidieron entregar su vida a la oración y a la penitencia para identificarse con el Salvador.

Asimismo, otros muchos, siguieron las llamadas de los obispos, presbíteros y de los teólogos, como Orígenes, y vivieron un clima de santidad de acuerdo con el sermón de las bienaventuranzas de Jesús en medio de la calle y en las circunstancias ordinarias del cristiano. Todavía se lee con gusto el sermón de las bienaventuranzas de san Agustín.

En cualquier caso, san Jerónimo mientras realizaba la edición canónica de la Vulgata de la que ha vivido la Iglesia latina desde entonces, dedicó mucho tiempo al estudio de las tradiciones y escritos antiguos en aquellas lenguas orientales en la que se había vertido la Tradición escrita y oral de la Revelación de Jesucristo.

Indudablemente, una manera de aprender esas lenguas, fundamentales para la correcta traducción de la Sagrada Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, era leer los textos de la antigüedad tanto religiosos como profanos para captar de ese modo los contextos y poder verter lo más ajustado posibles las interpretaciones. Lógicamente, traducir un texto es, habitualmente, interpretar lo más ajustadamente posible las palabras, los conceptos y los giros habituales. Traducir palabra por palabra como se hacía en los comienzos del cristianismo fue nefasto, pero, actualmente, constituye un instrumento colosal.

Efectivamente, la vida de estos tres santos anacoretas que le había sido trasmitida por tradición oral y escrita cobró en la pluma de san Jerónimo un aire nuevo y una fuerza espiritual de gran calibre. De hecho, ha pasado a la literatura cristiana de todos los tiempos. Ahora, en esta nueva edición pasa a estar a disposición de los interesaos en la literaria hagiográfica.

José Carlos Martín de la Hoz

Jerónimo de Estridón, Tres vidas en el desierto, Trotta, Madrid 2023, 143 pp.