La lógica del perdón

 

Según van trascurriendo los años del intenso pontificado del papa Francisco y se va agigantando su figura van quedando marcadas las características esenciales del mismo por la calidad u cualidad de sus empeños pastorales.

En la Encíclica “Fratelli Tutti” (2020) cuando plantea la revolución del amor para toda la Iglesia y el mundo, comienza señalando la “lógica del perdón”, pues sencillamente pedir perdón es una manera maravillosa de decir te quiero.

Precisamente, el fecundo trabajo del papa Bergoglio, comenzó con un año dedicado enteramente a la meditación del don de la misericordia divina y a la misericordia humana. Aunque entitativamente haya otros dones más importantes y capitales en la naturaleza divina, indudablemente para nosotros, en el orden práctico de la historia de la salvación, va por delante el “don de la misericordia” y la llamada de Jesucristo contenida en los santos evangelios: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).

Así pues, acudir a la misericordia de Dios y de los hombres es dar un paso más en la lógica de Dios que nos impuso a través de su hijo nada menos que el horizonte infinito de la caridad, cuando estableció el mandamiento nuevo de la caridad y su más inmediato y directo parangón: “Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Io 13, 34-35).

En el intenso trabajo publicado por Matteo Crimella, profesor de la Facultad de Teología del Norte de Italia, acerca del Padrenuestro, al referirse al pasaje acerca del perdón de los pecados, se detendrá largamente en la “lógica del perdón” y lo pondrá en consonancia con la parábola del rey que perdona a su siervo para luego condenarle cuando éste no perdona igualmente a su compañero (Mt18, 35).

Indudablemente si Dios nos ha perdonado todos nuestros pecados y miserias, también nosotros hemos de perdonar a nuestros hermanos todas sus ofensas e injurias por grandes que sean y, finalmente, también habremos de tratarnos con mucha misericordia a nosotros mismos.

Es lógico que cuando san Pedro plantea en el texto evangélico perdonar hasta siete veces a quienes nos ofendan parece una proposición generosa e incluso heroica pues la Biblia hasta entonces había hablado de perdonar tres veces.

Así pues, Jesús fue en este aspecto de la vida cristiana, como en el mandamiento de la caridad, extremadamente generoso y termina por romper de nuevo los límites de la misericordia de Pedro y del judaísmo de su tiempo, hasta invitar al nuevo pueblo de Dios a poseer un corazón no solo magnánimo, sino sencillamente divino: “Setenta veces siete”. Es decir, infinitamente, pues el corazón de Jesús es misericordioso: “el perdón del hermano es la consecuencia del perdón recibido de Dios, que es su motivación y su medida” (83)

José Carlos Martín de la Hoz

Matteo Crimella, Padre nuestro, La oración de Jesús en los evangelios, Salamanca, 2022, 141 pp.