El sacerdote y filósofo sevillano, Antonio Schlatter, desarrolla magníficamente en el trabajo que ahora presentamos, el valor de las virtudes humanas y cristianas en la convivencia humana y, así mismo, en la vida de la familia cristiana y en las relaciones humanas.
Tomando pie de la película del festín de Babette, nuestro autor subrayará cómo la convivencia cristiana alrededor de la mesa, puede ayudar a entender los detalles importantes para hacer la vida feliz a los demás, mediante la donación incondicionada a los demás.
Paralelamente, el autor lleva esas ideas al plano de la Sagrada Eucaristía, alimento y sacrificio, que constituye verdaderamente el centro y la raíz de la vida cristiana: "La Sagrada Eucaristía no es para un católico un sacramento más, es el culmen y la fuente de toda la vida cristiana. Es un alimento, Cristo hecho pan para nosotros, y la Liturgia de Iglesia es su ropaje, su única forma adecuada" (134).
Además nos insistirá el autor, en la importancia del realismo eucarístico: "La Transubstanciación que tiene lugar cada vez que un sacerdote pronuncia dentro de la Misa las palabras consagratorias (Tomad y comed…Tomad y bebed) han cambiado y de modo radical, qué significa alimentarse para toda persona" (15).
Enseguida, el profesor Schlatter, afirmara que la delicadeza en el trato, la caridad cristiana en todas sus vertientes, ayuda a los cristianos a ser más piadosos y atentos en su vida espiritual, pues si alguien cuida la eucaristía cuida a los demás (31).
Así pues en este trabajo se vuelve una y otra vez a la vida corriente, buscando su reflejo en la Sagrada Escritura, sobre todo a través de conocidos textos del Nuevo Testamento, pues, como decía san Josemaría es en medio de las circunstancias más corrientes donde el alma debe encontrar a Dios (54). Como dice el Evangelio de san Juan, la casa se llenó de fragancia: "el perfume del servicio y del amor, del perfume que llena cualquier hogar verdaderamente cristiano allí donde alguien se decide a mostrar un cariño incondicional" (70).
También son interesantes las aplicaciones directas de aquellas escenas del Evangelio citadas a la vida cotidiana, por ejemplo cuando al hablar de la multiplicación del pan por Jesús concluye nuestro autor: “No es que calcule mal, es que es otro modo de calcular” (105).
Así pues se trata de una obra que enseña y delito, está bien escrita y nos mueve de un modo sencillo a mejorar, pues “Lo único que Dios necesita es un corazón grande como el suyo” (106).
Lo que realmente necesita nuestro tiempo es la contemplación y el sosiego que reclama este libro, quizás es la prisa lo que nos distancia a unos de otros. Por eso al final del libro el autor nos dirá con sencillez: “Los hombres que reconocen a Cristo al partir el pan en la misa, reconocen a Cristo cuando se entregan” (143).
José Carlos Martin de la Hoz
Antonio Schlatter, A la mesa con Dios, ediciones Rialp, Madrid 2016, 163 pp.