La naturalidad de la belleza

 

Una de las opiniones más fundadas a lo largo de la historia del arte es que representar la naturaleza en una obra artística requiere poner “algo especial” en la obra realizada pues de lo contario tendríamos solo un intento de “calco”, vulgar copia, que no recoge la vida que la obra creadora de Dios encierra.

Precisamente, la catalana Marta D. Riezu ha logrado en su obra “agua y jabón”, expresar de una manera lograda la belleza involuntaria, la que muestra de modo natural, sin artificio de ninguna clase, la belleza de la mirada de un niño, el beso de dos amantes, la caída de las hojas en un parque durante el otoño…

Aquella belleza no programada, ni impostada, la natural, lo que a todos les gusta, lo que rompe la monotonía de los días de cada día, como la diferencia entre el jamón Serrano y el jamón de York.

Precisamente, los cánones de la belleza femenina a lo largo de la historia recuerdan que la elegancia de una mujer, lo más hermoso es su mirada pues muestra la riqueza de su interior, la profundidad de su alma; sus virtudes, sus proyectos, sus tragedias e ilusiones, su inmensa capacidad de donación incondicionada.

San Juan Crisóstomo, escritor y padre de la Iglesia recordaba la diferencia entre una mujer cristiana y una mujer pagana, la primera, afirmaba el obispo del siglo IV, tenía un “algo especial” en sus ojos, “una mirada brillante”. Es decir que amar a Dios y amar a los demás, dejaba un poso en su alma, una mirada distinta.

La elegancia en el vestir, el saber acertar en cada momento y ocasión en el modo de presentarse, saber aparecer ante la mirada de todos siempre con un toque personal, de modo agradable y, a la vez, adecuado a las circunstancias es una de las características de las mujeres con personalidad.

Evidentemente, la moda ha variado y seguirá variando, pues la imaginación de los creadores de moda y de cada mujer en particular hacen que siempre haya variantes en los tonos de los colores, los tipos de tela, el largo o corto, la adecuación a cada persona y a cada etapa de la vida.

La antropología que refleja la moda es la que busca expresar de un modo gráfico que la mujer, es imagen y semejanza de Dios y tiene la dignidad correspondiente. Además, como todos los seres espirituales tienen una misión en la vida: amar a Dios y todos los seres humanos, comenzando por los seres queridos, por los cercanos: cónyuge, familia, amigos, compañeros de trabajo y ciudadanos del mundo. Todo un reto que expresaba san Juan Pablo II en la exhortación sobre la “dignidad de la mujer” cuando afirma: “Dios ha entregado el mundo a la mujer”. Algo muy denso que no puede resumirse en lo que muestra o deja de mostrar.

José Carlos Martín de la Hoz

Marta D. Riezu, Agua y jabón, Anagrama, Barcelona 2022, 240 pp.