La naturalidad de la confianza

 

En la calle Zurbarán 24 de Madrid se conserva un edificio completamente restaurado en el que se ha mantenido intacta la fachada, donde la beata Guadalupe Ortiz de Landázuri llegó de directora de la primera residencia de estudiantes dirigida por las mujeres del Opus Dei en 1948.

Toda su experiencia se reducía a haber gobernado la administración doméstica de la primera residencia, actualmente colegio Mayor Abando, que pusieron en marcha en Bilbao bajo la dirección del licenciado en matemáticas Pedro Casciaro, uno de los primeros miembros del Opus Dei.

En Bilbao aprendió que lo más importante para que los estudiantes maduraran y se formaran para ser líderes de la sociedad que les había tocado vivir comenzaba por algo tan sencillo como la revolución de la confianza.

En efecto, san Josemaría, Fundador del Opus Dei fue el primero en experimentar el plan evangelizador que Dios había querido poner en marcha en la sociedad civil. De hecho, el 2 de octubre de 1928 había caído de rodillas, a plomo, al recibir sobre sus hombros la confianza divina de poner en marcha un camino de santidad en medio del mundo a través del trabajo profesional, lo que requería un esfuerzo tan gigantesco que si hubiera contado solo con fuerzas humanas habría sufrido un sincope pero, como era un sacerdote humilde, vio en ello una prueba de que todo lo haría Dios pero confiando en su colaboración.

Lo mismo pasó unos años después con Guadalupe, en un domingo de enero de 1944 en la Iglesia de la Concepción de la calle Goya de Madrid, cuando ella, una profesora de química en los dos mejores colegios de Madrid (las irlandesas y el liceo francés) que vivía con su madre viuda, con novio y una vida normal, llegó tarde a Misa de doce y se quedó de pie al fondo. Mientras el párroco andaba dando avisos al final de la homilía ella se distrajo y se imaginó a sí misma vestida de novia. En eso llegó certera la voz de Dios: “Para ti tengo otra cosa”. Pocos meses después, el 19 de marzo, Guadalupe entregaría su vida a Dios con 27 años y la decisión de ser santa, con la gracia de Dios, en medio del mundo a través del trabajo de profesora e investigadora de química.

En el fondo la historia del Opus Dei podría resumirse como la historia de la confianza de Dios en san Josemaría Escrivá de Balaguer y después en los primeros que le siguieron en esa locura de amor de iluminar el mundo desde dentro. Cuando muchas veces le preguntaban al Fundador de la Obra de qué medios disponía afirmaba: “26 años, la gracia de Dios y buen humor”. Es decir: “la confianza de Dios”.

Asimismo, la historia de aquella residencia de Zurbarán se podría resumir como la historia de la confianza de Dios en aquellas directoras de la residencia y en aquellas residentes para formarse en un clima de confianza en que Dios se metería en sus corazones y las convertiría en cristianas consecuentes y mujeres de una pieza para iluminar el mundo desde dentro y evangelizar capilarmente la sociedad de su tiempo. Con la normalidad de la vida irían buscando vivir por amor a Dios, con el amor a Dios y en el amor a Dios.

José Carlos Martín de la Hoz