La novela histórica

 

En ocasiones se han utilizado textos de algunos autores para aclarar la labor del escritor y sus ténicas. A esos efectos, resulta interesante la Introducción de Manuel Broncano a la obra de Willa Cather La muerte llama al Arzobispo, porque aborda la cuestión de la novela histórica: ¿Es novela? ¿es historia?

La muerte llama al Arzobispo fue publicada por su autora, la norteamericana Willa Cather, en 1927, y trata sobre la evangelización católica del estado norteamericano de Nuevo México, durante el siglo XIX. El editor se había dirigido a Cather informándole que tenía multitud de cartas de los lectores, preguntando si los hechos narrados eran reales y cuáles eran las fuentes que se habían utilizado. Willa Cather responde con una larga misiva en la que explica qué la llevó a escribir el libro, cuáles fueron sus fuentes de información, y a la pregunta de si se trataba de una novela o de otro género literario, contesta: "Una novela, me parece a mi, es una obra de imaginación (...), prefiero llamarla narración. Creo que el término es más adecuado" (La muerte..., pág.58). Lo que está haciendo la autora es defender la realidad histórica de los hechos y, por eso, se resiste a denominar novela a su libro.

Narración es una exposición ordenada de hechos, en principio reales, y requiere algún tipo de justificación sobre su veracidad: bibliografía o citas. En la novela histórica el autor acude a los hechos que le proporciona el historiador -en ocasiones muy pocos- y utiliza su propia imaginación para recrear cómo pudieron hablar y actuar determinados personajes en un contexto histórico conocido.

Crónica, novela, narración, relato, son términos a los que no se ha dado siempre el mismo significado, pero hay un elemento que podría distinguirlos y es la emoción que transmiten. Mientras el historiador o el periodista relatan hechos desnudos, el novelista experimenta una emoción en contacto con determinados hechos y lugares y busca transmitirla al lector; Cather, lo menciona al tratar sobre la novela realista de León Tolstoi, cuando escribe: "Las ropas, los platos, los interiores sobrecogedores de esas viviendas moscovitas, son una parte íntima de las emociones de las personas..." (La muerte..., pág.46). Una buena novela sabe suscitar emociones en el lector.

Hechos y personajes, imaginación y emoción confluyen en la novela histórica, pero hay un último elemento que es el mensaje que se envía al lector; los lectores de Willa Cather tratan de averiguar si los hechos que narra ocurrieron en realidad o solo se busca dar publicidad a la Iglesia católica. Broncano aclara que la familia de Cather pertenecía a la Iglesia baptista y que élla, al final de su vida, se acercó a la Iglesia episcopaliana de los Estados Unidos. La autora ofrece su propio criterio de veracidad sobre los hechos narrados: las múltiples iglesias de adobe, en ruinas o no, que se encuentran en los lugares más remotos del estado norteamericano de Nuevo Mëxico, nos hablan de la fe de los hombres que las construyeron.

Juan Ignacio Encabo Balbín

Cather, Villa, La muerte llama al Arzobispo, Ediciones Cátedra, 2009.