El magnífico trabajo de Wolfram Eilenberger (1972) sobre la historia de la filosofía contemporánea (1948-1984) en la cultura occidental plantea la “revolución del 68” como una verdadera segunda ilustración en Europa rompiendo moldes que nos impendían pensar y buscar serenamente la verdad.
El hilo conductor, como en las obras anteriores del ensayista y filósofo alemán Wolfram Eilenberger, está centrado en cuatro grandes pensadores: Theodor W. Adorno, Michel Foucault, Susan Sontag y Paul K. Feyerabend. Los cuatro serían, verdaderamente, “los espíritus del presente”, pues influyeron en otros filósofos de la época mencionada y continuaron influyendo después en la aplicación de la revolución estudiantil muy útil en planteamientos de deconstrucción y muy poco práctica en propuestas filosóficas en los años siguientes. Si comparamos este volumen con los anteriores, resulta más tedioso, sin coordinación, falto de hilo conductor: ni avances ni luces claras, casi insustancial, pues en realidad vamos a tratar los antecedentes de la revolución del 68 que, como es sabido quedó inconclusa, reducida a romper los formalismos y estructuras creados por la posguerra mundial y el pacifismo.
Comenzaremos por recordar con el autor la destrucción de la metafísica y, por tanto, la crisis del ontologismo, del orden, de la sistemática, como nos dice el autor, ambos “necesitados de terapia” (117). Seguidamente, recogerá la cuestión de la banalidad del mal, el descubrimiento del holocausto nazi: “¿Se puede creer en Dios después de Auschwitz?” (137). Asunto que plantea nuestro autor bastante brevemente y en paralelo con la polémica concesión del doctorado honoris causa a Truman el presidente americano que ordenó las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki (136).
Enseguida nos dirá que Adorno no tenía respuestas para el mayo del 68 (211) y fracasó el estructuralismo (245). En mayo del 68 se levantaron barricadas en el barrio latino contra el sistema (259). Foucault estaba en Túnez, Feyerabend en la Universidad Libre de Berlín, Sartre en la calle de Paris. El 2 de diciembre de 1970 Michel Foucault tomaba posesión de su cátedra de Historia de los Sistemas de pensamiento. Su siguiente libro se publicó en 1975 (326).
El 13 de agosto de 1969 en el funeral de Adorno en Frankfurt Horkheimer afirmó que terminaba la época de transición desde la segunda guerra mundial. “El periodo de transición de la posguerra había llegado a su fin” (329). Indudablemente su filosofía crítica no llegó más que a deconstruir (335).
En 1980 Foucault se unió al cortejo fúnebre en los funerales de Sartre. Todavía no había publicado su “historia de la sexualidad” (355). Se mantiene el programa de Kant “Atrévete a pensar” (358). comentará: “No sé si hoy habría que afirmar que la labor crítica implica todavía la fe en la ilustración; siempre requiere, pienso yo, un trabajo a lo largo de nuestros límites, es decir, un trabajo paciente que dé forma a la impaciencia de la libertad” (380).
Terminemos con Paul Feyerabend: “La verdadera ilustración pretendía ante todo examinar un hecho complejo de la forma más precisa posible y con la mayor claridad posible antes de emitir un juicio” (375).
José Carlos Martín de la Hoz
Wolfram Eilenberger, Espíritus del presente. Los últimos años de la filosofía y el comienzo de una nueva ilustración (1948-1984), Tauris.2025, 436 pp.