La paciencia de Dios

La editorial Herder ha tenido el acierto de publicar en castellano el último trabajo del teólogo y escritor checo Tomás Halik, que en esta ocasión nos da a conocer su pensamiento sobre la paciencia de Dios.

El trabajo se desarrolla en el marco del diálogo interreligioso y ya, desde las primeras páginas, el autor nos recuerda que la fe y, por tanto, la gracia de la conversión, es un don de Dios: "El ser humano no puede permitirse nunca dar el misterio por resuelto. El misterio -a diferencia del problema- no puede ser conquistado; es preciso esperar pacientemente en su umbral y permanecer en él. Guardarlo dentro en el corazón - como, según el Evangelio, hizo la madre de Jesús-; dejarlo madurar allí y a través de él permitir que uno mismo madure" (p.12).

En este intenso libro, fruto de horas reflexión después de la acción apostólica, están latiendo de fondo, tanto la fe cómo luz y cómo camino: "La fe está aquí precisamente para esos instantes de penumbra en los que la vida y el mundo están llenos de inseguridad, durante la fría noche del silencio de Dios". Pero, inmediatamente, añade que "La fe - como el amor- esta inseparablemente unida a la confianza y a la fidelidad. Y la confianza y la fidelidad se hacen patentes mediante la paciencia". Para concluir que "Dios no vive en la superficie. Para encontrar el camino hay que ahondar" (13).

La lectura de este trabajo manifiesta cómo Halik es un autodidacta; un teólogo hecho en la oración, la lectura y el diálogo, y así aparecerán citadas obras muy dispares y fuentes, a veces desconcertantes, de alimentación de su pensamiento. Autodidacta, pues, por lo que ha leído y lo que ha vivido.

El libro muestra cómo en el problema de las conversiones, lo primero es la gracia de Dios, por lo que el cristiano se debe en primer lugar a la oración y a la penitencia. Esto implica entender que diálogo habitual con Dios es clave y, sobre todo, cuando llega la oscuridad: "La fe cristiana es una fe resucitada, una fe que tiene que morir en la cruz, ser sepultada y alzarse de nuevo, y en una forma nueva" (66).

En segundo lugar, queda clara la libertad para llegar a la fe, por una parte para no imponerla como nos enseñaron los primeros cristianos, pero también para las ocasiones en las que no entendemos la voluntad de Dios, pues como dice Hayik: "La fe en el Dios vivo tiene el carácter de diálogo, en el que hay espacio para la protesta" (132). Y, más adelante, añadirá: "Crear cercanía: esta es una tarea espiritual que no podemos delegar en ningún instrumento técnico ideado para nuestra expansión, nuestro dominio del mundo" (171).

En tercer lugar, el autor muestra el talante de dialogo paciente que debe tener el cristiano con el ateo y el agnóstico. "¿Cómo se pueden acercar a los ateos? Con los pies descalzos" (91). Pues como Moisés en el Sinaí tuvo que descalzarse con humildad, también los cristianos debemos escuchar con humildad las dudas y vacilaciones de los demás. Y siguiendo el ejemplo de Santa Teresita, cuando a las puertas de la muerte se quedó a oscuras nos recuerda que: "es capaz tan solo de amar" (54). A lo que añade Halik: "La fe solo puede vencer a la no fe abrazándola" (59).

Finalmente, aunque este sea en realidad el núcleo de su aportación, Kalik señala la necesidad de que el hombre de fe, profundice constantemente en ella, para poder evangelizar: "El aguijón del ateísmo debería despertar constantemente nuestra fe de la adormecida serenidad de las falsas seguridades, llevándonos a confiar más en la fuerza de la Gracia, que se manifiesta en mayor medida precisamente en nuestras debilidades" (17). Es más, nos recuerda, que "Existe un ateísmo de la pasión y un ateísmo de la indiferencia, igual que existen pasión e indiferencia en el mundo religioso" (127).

 

José Carlos Martín de la Hoz

Tomás Halik, Paciencia con Dios, cerca de los lejanos, ed. Herder, Barcelona 2014, 245 pp.