El filósofo y ensayista catalán José Cobo (Lleida 1967) continúa con este trabajo su trilogía de obras acerca de Dios (la anterior se denominaba “¿incapaces de Dios?”) que ha ido publicando Fragmente Editorial que, como es sabido, está considerada la editorial más vanguardista del momento, tanto por la temática como por los autores invitados, quienes, además, han tenido la gran deferencia de publicar ya dos títulos de la trilogía en la colección de ensayo de mayor difusión.
El trabajo tiene una clara vertiente polémica, desconcertante y paradójica, tanto por el modo habitual y desgarrado de expresarse del autor, por el estilo poco depurado exacto y exagerado, como por la metodología, pues el tema de la realidad de Dios es abordado desde la postmodernidad, sin tapujos y abiertamente y, a la vez, finalmente, se percibe a lo largo de la obra un trasfondo creyente del autor en un Dios personal, como refleja el título.
De hecho, la obra toma como hilo conductor el relato bíblico de la relación de Dios con su pueblo, aunque no tenga en cuenta, habitualmente, la tradición católica de los padres en su peculiar exégesis ni tampoco la propiamente rabínica sino el pensamiento postmoderno y el sentido común: “Bíblicamente, el poder de Dios es el poder de su voluntad, aquella que trasforma al hombre en rehén del que sufre” (219).
De ese modo, la obra adolece de una profunda tensión interior pues utiliza parte de la herramienta de la Teología realista y personalista y, a la vez, cada frase es sometida a la dura criba de Nietzsche, Heidegger, etc., por ejemplo, en el deseo de Dios que habita en el hombre resalta: “sabemos lo que deseamos, pero existimos de espaldas a lo que, en el fondo buscamos” (38).
En cualquier caso, todo lo que pueda decirse sobre este trabajo es pura aproximación. Quizás la afirmación más repetida a lo largo de este extenso trabajo sirva como aclaración de lo que acaba de señalarse: “Nuestra tesis es que Dios en sí mismo, es un Yo que aún no es nadie sin el fiat del hombre” (233). Es más, el tono paradójico llegará hasta el final del discurso: “Quizá tan solo quepa creer desde lo irreparable. La fe constituye el centro de gravedad de nuestra existencia donde, habiendo tocado fondo, clamamos por la redención” (259).
Evidentemente, habría que preguntar a los no escépticos postmodernos que hayan logrado leer esta investigación, sobre si les ha hecho pensar, abrirse a la posibilidad de la trascendencia; si les ha abierto horizontes, pues verdaderamente hay que reconocer que la purificación a la que somete nuestro autor a la teología es crítica.
La conclusión final, a mi modo de ver, es que para el autor la realidad de Dios es real pero con una realidad que requiere ser expresada de un modo más coherente con la afirmación evangélica de que “Dios es amor”, por tanto más profunda y enriquecida de y, consiguientemente, el trato personal y la consecuente conversión resultan totalmente transformadas respecto a lo que habitualmente suele plantearse al pueblo cristiano.
José Carlos Martin de la Hoz
José Cobo, La paradójica realidad de Dios, Fragmenta editorial, Barcelona 2020, 329 pp.