La política francesa desde el asalto de las Tullerías en Versalles en 1789 hasta la restauración de la monarquía en el siglo XIX, después de la derrota de Napoleón, es una de las peripecias más complejas de historiar y, sobre todo, de sacar conclusiones válidas para nuestro tiempo.
La biografía del periodista y escritor catalán Xavier Roca-Ferrer, sobre el famoso político francés de finales del siglo XVIII y del siglo XIX, Tayllerand, puede ser efectivamente un camino adecuado para situarnos primero ante los hechos y, a través de éste y de otros de los grandes protagonistas, poder vislumbrar un poco de luz sobre semejante cuestión.
Este es precisamente, el significado del extraño subtítulo que ha puesto el autor de la biografía junto al nombre del político biografiado: Tayllerand: “El diablo cojuelo que dirigió dos revoluciones, engañó a veinte reyes y fundó Europa”. Se refiere a la diabólica capacidad de maniobrar de Tayllerand y a la cojera congénita con la que nació, que tampoco supuso ningún impedimento para hacer todo lo que hizo. Finalmente, lo de “Las cortes engañadas” resumen la camaleónica manera de actuar de nuestro personaje.
El autor de esta biografía, Xavier Roca-Ferrer, es bien conocido, también en esta misma editorial, por sus ideas obsesivas contra la Iglesia católica, expresadas con todo descaro en todas sus obras. Así pues, al ser los orígenes de nuestro personaje biografiado, los de un clérigo de dudosa conducta moral y pobre formación teológica, dirigido a la carrera eclesiástica sin vocación y elevado al episcopado por su tío el arzobispo, primero de Reims en cuyo se seminario se formó Charles Maurice Tayllerand, y, posteriormente, elevado a nada menos que cardenal arzobispo de París (26), hará que el biógrafo aproveche para destacar el nepotismo del cardenal y, de paso, atacar a la Iglesia descaradamente y, por tanto, mencionar todos los clérigos inmorales de la época. Eso sí, podría haber resaltado la fe en Jesucristo y su Iglesia, por parte del pueblo francés que soportó dignamente aquella situación.
Talleyrand, una vez ordenado sacerdote en 1779, e instalado en París para llevar las cuentas de la Iglesia de Francia y sus relaciones con el fisco regio de la Corte de Versalles (59), visitaba los famosos salones donde se tramaban las ideas revolucionarias y se preparaban los argumentos de los librepensadores, pues aquellos lugares se habían ido transformando de literarios en políticos (63). Tras sucesivas maniobras alcanzaría el episcopado en la diócesis de Autun, Borgoña, en enero de 1789.
Pocos meses después, tras comenzar los Estados Generales, donde ocupaba plaza, el 14 de julio tuvo lugar la toma de la Bastilla y una vorágine en la que nuestro biografiado: “se dejaría arrastrar por la corriente tratando de salvar en rodo momento cuanto fuera susceptible de ser salvado. Primero a si mismo y, de ser posible, la misma civilización que había conocido desde que naciera y que le parecía a todas luces insuperable” (91).
José Carlos Martín de la Hoz
Xavier Roca-Ferrer, Tayllerand. El diablo cojuelo que dirigió dos revoluciones, engañó a veinte reyes y fundó Europa, ediciones Arpa, Barcelona 2021, 445 pp.