La primavera de 1936

 

La reedición del libro de Fernando del Rey (La Solana 1960) y Manual Álvarez Tardío (Madrid 1972) sobre la larga primavera de 1936 que desembocó el 18 de julio del mismo año en la guerra civil, nos mueve a realizar esta breve reseña y animar a los lectores a sumergirse en esta trepidante narración acerca de una democracia frustrada por ausencia de verdadero espíritu democrático y, en cambio, colmada de afán revanchista por los dos extremos.

Es interesante descubrir el número excesivo de sucesos, altercados, muertes, asesinatos, que tuvieron lugar en esos meses, donde la calle verdaderamente impuso su ley ante un estado impotente para gobernar y dirigir los entusiasmos de unos y de otros. Había excesivos discursos de odio y pocos de conciliación y unidad. Gregorio Marañón había afirmado que: “la lucha electoral de febrero se había planteado para que media España vencedora aniquilase a la otra mitad vencida” (24).

La espiral de violencia desatada en los siguientes meses tenía como trasfondo el afán de golpear a las fuerzas fascistas antes de ser golpeados por ellas: “convencidos de que lo ocurrido en Austria y Alemania mostraba que, solo golpeando primero, estando bien organizados y dispuestos para hacer frente por su cuenta a los fascistas, saldrían victoriosos” (53).  El gobierno respondió a los atentados provenientes de la izquierda condenando el uso de la violencia, pero sin dejar, en ningún caso, de acusar duramente a los “fascistas de querer revertir el resultado electoral y acabar con el régimen republicano” (56).

Resulta de un gran interés historiográfico el detenido estudio del aplazamiento de las elecciones municipales convocadas para abril de 1936 pues la desunión del frente popular al respecto fue manifiesta y también lo fue la de otras importantes organizaciones políticas de signo contrario que estaban siendo perseguidas de modo palmario (71).

El problema consiste en que cambiar las composiciones en los ayuntamientos y diputaciones utilizando las falsas proporciones con las que la calle había asignado a las fallidas elecciones generales de febrero de 1936 solo contribuyó a desestabilizar un gobierno republicano y privarle de cualquier validez democrática.

La exhaustiva narración del debate de estado de la nación de abril del 1936, recogido en las Actas del Congreso y muchas veces editado sirven para caracterizar a muchas de las organizaciones políticas de entonces como escasamente democráticas y en indudable preparación de un golpe de estado que fue finalmente franquista pero que hubiera sido socialista o anarquista si hubiera habido más tiempo. Nunca se sabrá, poque los hechos son tozudos y están muy bien documentados. En cualquier caso, reconozcamos que la nueva presidencia de la República Manuel Azaña intentó retrasar al máximo el fin de la democracia (119).

José Carlos Martín de la Hoz

Fernando del Rey y Manual Álvarez Tardío, Fuego cruzado. La primavera de 1936, Galaxia Gutenberg, Barcelona 2024, 694 pp.