La teología de san Pablo

 

Una de las grandes aportaciones del bienio dedicado por el papa Benedicto XVI al estudio de la figura de san Pablo en el 2008-2009, con motivo del ilustre bicentenario del nacimiento de san Pablo fue el alcance, temática, objetivos y frutos de la llamada teología paulina.

En efecto, durante aquellos meses se celebraron muchos Simposium y Congresos internacionales, con sus correspondientes actas y se publicaron muchas monografías destinadas a desentrañar lo original de san Pablo y que provenía sin más de la Tradición de la Iglesia universal. Y, sobre todo, a una nueva meditación de las cartas de San Pablo contenidas en el Nuevo Testamento.

Entre los magníficos trabajos que se redactaron en aquel tiempo se puede volver a recordar fue las síntesis de la biografía y de la teología de san Pablo elaborada por uno de los grandes especialistas en la materia: el profesor y exegeta norteamericano Joseph A. Fitzmeyer (1920-2016).

San Pablo procedía de Tarso y, por tanto, reunía las características esenciales del judaísmo más radical y exigente y, a la vez, era helenista y, por tanto, no solo hablaba el griego sino que tenía muchos conceptos filosóficos y culturas de esa influencia grabados en si alma (23). Se educó en arameo, hebreo y griego (55)

Respecto a la teología paulina, videntemente, hemos de resaltar en primer lugar, que la conversión de san Pablo no se resume en el impacto y el cambio radical de vida, sino que se trata de una revelación particular, profunda e intensa; el cristianismo de la figura de Cristo implica una revelación completa “in nuce” que después, mediante la oración, el contraste con los apóstoles y los discípulos y la propia teología hará que ser despliegue en una teología completa de su tiempo con la síntesis de fe y vida (57).

Inmediatamente, hemos de señalar la centralidad de Jesucristo en la teología paulina; desentrañar la mirada de Cristo resucitado, su ser salvador y redentor, su universalidad y cercanía 

Enseguida, señalará Fitzmeyer: “el valor soteriológico de la muerte y resurrección de Jesús Mesías” (58). Es decir, el Mesías ya había venido y había cumplido las Escrituras, aunque, lógicamente, habíamos de esperar la parusía final, el juicio final en la segunda venida. Es interesante que Fitzmeyer piense que para Pablo la Parusía estaba ya próxima (84). Es decir, la historia de la salvación se prolonga unos años para la predicación del evangelio y la santificación personal de los cristianos por la libertad y la gracia de la Iglesia como sacramento universal de salvación.

Seguidamente, añadirá Fitzmeyer: “la teología de Pablo es cristocéntrica. Es una soteriología, sí, pero la fascinación que ejerce Cristo en Pablo hace que sea una soteriología cristocéntrica. Esto puede parecer demasiado evidente, pero hoy es necesario insistir en ello” (67).

José Carlos Martín de la Hoz

Joseph A. Fitzmeyer, Teología de San Pablo, ediciones Cristiandad Madrid 2008, 199 pp.