La tragedia de Afganistán

 

Ante las impresionantes imágenes del aeropuerto de Kabul con miles y miles de personas hacinadas dispuestas a todo, es decir, a morir allí mismo o a perderlo todo lo poco que llevaban, eso sí, antes que someterse a una muerte segura simplemente esperando a que llegaran los talibanes a su Casa o a que se produjera una vulgar denuncia de un vecino lo que bastaría para que antes de que pudiera aclararse hubiera terminado todo.

Asimismo, las falsas noticias que han ido llegando desde allí, se han ido fundiendo con las verdaderas o las parcialmente sesgadas, de modo que se ha hecho imposible hacerse medianamente cargo de la situación pues, entre otras cosas, faltaban las terribles y demoledoras imágenes del resto de las fronteras de Afganistán con los demás países de su entorno.

Una vez más se sufre pensando que Islam significa unidad y que, por tanto, la hospitalidad coránica todavía estará muy lejos de la existencia de una mínima caridad cristiana a la que estamos acostumbrados en la civilización occidental desde hace muchos siglos.

Es lógico que nos hagamos la pregunta del por qué no existe un Magisterio unificador en el mundo islámico, una autoridad global, una tradición más arraigada de la dignidad de la persona humana. Es lógico que desde la plenitud de la revelación cristiana suframos más.

Desde que el papa san Juan Pablo II publicara aquella inolvidable Encíclica “Ut unum sint”, sobre el ecumenismo (25 de mayo de 1995), no se ha dejado ni un solo día de rezar en toda la Iglesia Católica por esa importantísima intención, de modo que todos los cristianos nos hemos sentido impulsados a avanzar en la anhelada unión de toda la Iglesia bajo un solo pastor.

Precisamente, uno de los elementos clave de ese documento trataba del estudio del ejercicio del Primado del Santo Padre a lo largo de la historia, pues se deseaba subrayar el primado del papa como un camino ecuménico hacia la mejor y más profunda comprensión de ese primado, no solo de honor, sino de verdadero y auténtico servicio a todas las Iglesias.

Precisamente, en el ejercicio del Primado como motor del Ecumenismo hemos de resaltar, la visita del papa Francisco a Suecia (31 de octubre-1 de noviembre 2016) con motivo de la conmemoración común luterano-católica de los Quinientos años de la Reforma Luterana (1517), pues ha servido para recordar a todos la importancia de rezar y trabajar juntos por el ecumenismo. Existente en efecto, una tarea urgente de la caridad y de la solidaridad y más en estos tiempos de dura crisis económica y social derivadas de la pandemia que hemos padecido y de sus sucesivas recidivas.

Asimismo, el ecumenismo como tarea común nos impulsa al trabajo por la paz. Así se entiende que en estos años el papa haya visitado Tierra Santa (Jordania, Palestina e Israel), Turquía, Egipto, Emiratos Árabes, Marruecos, Irak

José Carlos Martín de la Hoz