Es interesante descubrir que con el transcurso de los años y el mejor conocimiento del período que ocupa los años sesenta y setenta del siglo XX en España, es decir, la etapa anterior a la Transición política a la democracia, tuvo lugar un periodo que se ha venido a llamar de la transición, pues algunos técnicos y especialistas de la administración del Estado junto con algunos profesionales de diversas áreas del conocimiento, pusieron sus talentos, sin intereses de partido, y su entrega generosas a contribuir al desarrollo económico y cultural de España.
Efectivamente, durante los cuarenta y cincuenta, una generación de hombres y de mujeres, habían sido los protagonistas, pues al terminar la contienda supieron perdonar, olvidar y confiar en los demás y dedicarse a reconstruir el tejido educativo, sanitario, industrial, agrario y económico destruido por la guerra civil, de modo que España pudo dar por superada la fase de la traumática posguerra.
En la siguiente década, esa generación fueron los que lanzaron el país a crecer, a desarrollarse industrialmente y culturalmente, a entrar en Europa a impulsar el turismo, la industria y el arte. Una generación que vivía al margen de la política, pues quienes llevaban el país adelante eran los licenciados los abogados y las profesiones liberales.
Finalmente, esa nueva generación tomó efectivamente las riendas del poder político tras la muerte de Franco y se distribuyó entre las diversas opciones políticas para tomar las riendas del gobierno de la nación.
Es interesante comprobar que muchos de los testimonios que se recogen en este trabajo apuntan y hablan de la personalidad de este técnico de la administración del estado, como la de un hombre honrado, cabal muy trabajador que se santificaba a la vez que realizaba a una intensa y constante vida espiritual, familiar y social. Personas cristianas, honradas, como Chemari Hernández San Pelayo, que eran piadosas, sobrias, discretas. Templadas, humildes y que trabajaban y se preocupaban de quienes tenían a su alrededor y especialmente de su familia y sus amigos (40-41).
La relación de Chemari, especialmente con san Josemaría, fundador del Opus Dei (97) y con algunos de los primeros fieles del Opus Dei, le marcaría toda la vida y le ayudaría a vivir plenamente entregado a su profesión y a sacar adelante la sociedad y el bien común con extrema delicadez (97-116).
Es interesante que la autora haya podido redactar, con conocimiento de causa, unas páginas en las que ha narrado con naturalidad la vida espiritual, familiar y conyugal de su padre, pues no suele ser corriente, poder acceder al interior de las personas. Es un privilegio, por tanto, poder entrar de la mano de la hija al corazón del padre y comprobar cómo había calado en el biografiado la vocación a ser santo en medio del mundo a través del trabajo profesional y del cuidado amoroso de sus obligaciones espirituales, familiares y sociales.
José Carlos Martín de la Hoz
María Hernández-Sampelayo Matos, Claves biográficas de un tecnócrata. José María Hernández-Sampelayo López (1924-1975). Bobokshing, Madrid 2019, 218 pp.