El profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca, Jesús Manuel Conderana Cerrillo, ha realizado un interesante trabajo de reencuentro y relectura de la “Suma Teológica” de Santo Tomás de Aquino y, en concreto, en la II-II, acerca de las virtudes cristianas dirigidas por la prudencia e informadas por la caridad en un planteamiento de santidad.

Ha dejado para otro momento, plantear la comparación del camino de santidad de santo Tomás través de las virtudes, con el que desarrolló san Agustín en su famoso tratado sobre el sermón de las bienaventuranzas, a través de las mismas. Precisamente la estrecha relación entre las virtudes y la vida lograda o la santidad de santo Tomás, con las bienaventuranzas de san Agustín estarían en la misma honda del papa Francisco quien ha presentado recientemente en su Exhortación pastoral “Gaudete et exultate “un completo camino hacia la santidad sin utilizar en ningún momento la palabra virtud o la vida virtuosa, pero la vida lograda de santo Tomás como fruto de las virtudes.

En el siglo XIII santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica, en la II-II, expuso magistralmente la relación entre las virtudes cristianas como hábitos operativos buenos regidas por la Prudencia tanto humana como de la Prudencia como una de las virtudes cardinales.

Es lógico, porque el hábito que es la base de la virtud es un don intrínseco en el alma que se anuda con el de la gracia de Dios, participación de la naturaleza divina en la criatura racional, y mediante la libertad producen un fruto en el alma que es la santidad.

La virtud de la prudencia, “recta ratio agibilium”, la vida buena y la vida lograda son dones y correspondencias a la gracia que se depositan en el alma por los actos libres (autodeterminación al bien) y por la abundancia de la gracia: Dios nos amó primero, nos llenó de dones y carismas y el hombre que corresponde facilita la santidad, la “beatitudine”, la vida lograda en el alma.

Con razón el Maestro Echkart hablaba del centro del alma y expresaba que el fruto de la nada es la santidad: No hay panteísmo y disolución de la naturaleza humana, simplemente transformación por la gracia, edificación de la santidad sin dejar Dios de ser Dios y el hombre de ser hombre. La conclusión de este magnífico trabajo es clara: “Una vida bienaventurada, plena, lograda, coordinada por la caridad en función del acto contemplativo beatificante” (27). Lógicamente “la recta electio presupone la recta intentio” (30).

José Carlos Martín de la Hoz

Jesús Manuel Conderana Cerrillo, Virtudes, prudencia y vida buena en la “Summa Theologiae” de Santo Tomás de Aquino, Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 2017, 189 pp.