Las cuestiones que toca plantearse

 

El joven periodista, escritor e investigador inglés Douglas Murray (1979), editor de la célebre revista británica “The Spectator”, acaba de presentar en castellano su último y polémico estudio de sociología política, con u título bastante provocador: “La masa enfurecida”. Al traducirse al castellano, ha llegado masivamente a nuestras librerías y a las de toda la América de lengua castellana como un best seller de carácter polémico, duro y verdaderamente descarnado tanto en los planteamientos de fondo como demoledor en sus análisis de la actualidad. En definitiva, trataremos, como Murray de cuestiones que toca plantearse.

La tesis de fondo que irá emergiendo a lo largo del libro y que quedará como resumen final de su análisis de futuro, es que se está propagando una generación de inconformistas populistas autoritarios que aprovechando las redes sociales están aplicando los viejos principios de la lucha de clases pues hemos pasado de las preguntas del hombre acerca del porqué estamos aquí en este mundo a una batalla sin cuartel por la identidad que en cada momento se presentará al alcance de la mano, sin límites ni cortapisas: un régimen autoritario que no permite el aburguesamiento de la posesión de la verdad, pues siempre propone una nueva reivindicación (13).

En primer lugar, al recorrer nuestro autor de modo cronológico los grandes debates culturales de los últimos años, resaltará con gran viveza como las presiones del lobby gay y de los colectivos LGBTQ han llevado a un cambio de paradigma social y cultural que va más allá del respeto por una minoría sino a cambios en la antropología cultural que llevaron, por ejemplo, a la afirmación de que la orientación afectiva era de nacimiento y por tanto más de hardware que de software (47).

La cuestión no quedó ahí, sino que la victoria en pocos años, universalizada y extendida por todo el mundo cultural occidental les ha llevado a provocar una nueva metafísica (15) y a una “sobrecorrección” (19): la máxima revancha y reconocimiento para recompensar con la exageración de la victoria suavizar los sufrimientos acaecidos. La extremosidad se ha concretado en leyes en muchos países que no solo preservan los derechos de esa minoría sino que la presentan como ejemplar (21). Unas pocas páginas más adelante se referirá nuestro autor al feminismo más radical que ha concluido en su tercera ola o tsunami en la llama da ideología de género, en la que la orientación sexual ya no es una cuestión determinada en el nacimiento, que busca descaradamente el poder (116-117, 121). Los problemas complejos nos los presentan como sencillos (309).

Es más, nuestro autor afirma que  ambos colectivos han confluido en la ideología de género: “El intento de convertir el hardware en software es uno de los que ha causado -y sigue causando- más dolor tanto a hombres como a mujeres. En él está la raíz de la actual locura. Porque se nos pide que creamos que las mujeres son algo distinto a lo que han sido siempre. Se nos insinúa que todo lo que las mujeres y los hombres habían visto -y sabido- hasta ayer mismo era un espejismo y que el conocimiento heredado acerca de nuestra diferencia (y nuestras relaciones) queda invalidado” (146).

José Carlos Martín de la Hoz

Douglas Murray, La masa enfurecida. Cómo las políticas de identidad llevaron al mundo a la locura, ediciones Península, Barcelona 2020, 366 pp.