Las metáforas del poeta Novalis

 

La edición por parte de ilustres profesores de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla, de parte de la obra del profesor italiano Ernesto Grassi (1902-1991), discípulo de Heidegger, es siempre una buena noticia y, más aún lo es, la edición de una obra de este autor sobre el lenguaje metafórico.

Es interesante, que después de haberse detenido a tratar de la metafísica de su maestro Heidegger y del lenguaje místico del maestro Eckhart, termine su tratado, en las páginas finales, para dar la palabra a la poesía.

Para descender a esa materia, Grassi se ha detenido en la figura de Georg Philipp Friedrich von Hardenberg, más conocido con el sobrenombre de Novalis (1772-1801), un gran poeta, pero también un jurista, inspector de minas e ingeniero de minas y escritor consagrado tanto de novelas, como de ensayos, a pesar de haber vivido tan pocos años.

Efectivamente, es uno de los autores más importantes del período inicial del Romanticismo alemán, tanto por sus escritos sobre Fitche, sus poemarios y, obras inconclusas y, sobre todo, que fue mantenida su memoria por los grandes intelectuales Schlegel y Tieck, sus editores, que escondieron, entre otras cosas, sus críticas a la ruptura de la unidad religiosa europea y, en concreto, a Lutero, lo que viniendo de un hijo de pastor luterano resulta al menos atrevido.

De todas formas, señalará muchas veces Grassi que sobre todo desea estudiar el problema de la preeminencia de la palabra metafórica, por eso es lógico que se detenga en este autor, entre otras cosas, “para resaltar el error de la tesis generalmente difundida de que el pensamiento romántico es esencialmente literario” (56).

Nuestro autor citará sus diatribas contra Fichte y Kant, que muestran en Novalis un hombre avezado en la filosofía y el pensamiento de su época, con ideas y criterio propios, como se puede observar en la lectura de su “Monólogo”.

La exposición acerca de nuestro poeta, la va a sustanciar Grassi mediante una breve cita de Novalis en la obra citada: “Es una cosa ciertamente extraña el hablar y el escribir; el verdadero diálogo es un mero juego de palabras. Es de admirar el ridículo error de que la gente crea que habla para decir cosas. Precisamente lo propio del lenguaje, que solo se preocupa de si mismo, no lo sabe nadie” (56).

Grassi se detendrá a estudiar pormenorizadamente cada una de estas lacónicas expresiones buscando la preeminencia de la palabra metafórica, por lo que señalará enseguida que: “la esencia del escritor no es, por tanto, el saber, sino la realización de su vocación, esto es el ser llamado por la necesidad de la palabra” (61). La tesis de Novalis de que el “lenguaje se impone en sí y por sí y no en función de las cosas deja clara su tesis de que la palabra es un secreto y al mismo tiempo algo esencialmente fecundo, y que como tal provoca estupor y maravilla” (63).

 José Carlos Martin de la Hoz

Ernesto Grassi, La preeminencia de la palabra metafórica. Heiddegger, Maestro Eckhart, Novalis, ediciones siglo XXI, 124 pp.