Con este expresivo título, distingue Pedro Miguel Lamet (Cádiz 1941), el afamado escritor jesuita, el Evangelio inspirado de Juan de lo que podrían haber sido los “recuerdos de Juan”, es decir las confidencias del apóstol Juan, en una presumible tradición oral trasmitida de generación en generación.
El resumen de esta interesante novela histórica podría denominarse “complicidad”, pues el autor ha logrado presentar todos los recuerdos personales de Juan que contiene su evangelio, sus cartas y el apocalipsis, en un verdadero diario de recuerdos entre dos personas que han llegado a la confianza y a la confidencia.
Verdaderamente, decía san Juan Pablo II en el comienzo de la “Novo Millenio ineunte”, que la pastoral de la Iglesia católica del siglo XXI había de ser la pastoral de la santidad, pues si se llega a la complicidad y a la confianza con Jesús, entonces se puede asegurar la perseverancia en el camino de la vocación personal que el propio Dios ha sugerido e invitado a cada uno de sus hijos.
Precisamente, el hilo conductor de esta novela histórica, se centra en la pregunta del evangelista, el discípulo predilecto, ya al final de la vida, en la isla de Patmos cuando contemplando la tormenta que descarga sobre la costa y que azota violentamente su ventana, exclama con toda confianza: “¿qué quieres Señor de mí?” Esta es la clave de un alma enamorada: la pregunta incesante acerca de cómo quieres que te siga amando, sirviendo a mis hermanos los hombres.
En esa misma línea resulta especialmente conmovedora y de una hermosa lírica la descripción que hace Lamet de uno de los momentos de la vida de Jesús (47) en el templo de Jerusalén: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Io 7, 35-39).
Indudablemente, el amor que desbordaba el corazón de Jesús llegaba a todos y colmaba a todos pues, en su corazón, verdaderamente cabían todos (60). Son impresionantes las palabras del buen pastor en boca de Jesús (78), reflejan el amor a su madre en el silencio elocuente (79).
Finalmente, Lamet nos explicará de mil maneras a lo largo de este libro cómo Jesús fue operando un giro antropológico en el alma de sus apóstoles y discípulos antes de entregarles el mandamiento nuevo de la caridad. Es claro que para Jesús se terminaron las desigualades: en Él no hay acepción de personas, ni distinción entre hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, esclavos o libres, ricos y pobres. Para todos tenía una morada de comprensión, misericordia e infinito amor y ternura: “he aprendido de las mujeres que seguían a Jesús, que estar con él es una fiesta” (63).
José Carlos Martín de la Hoz
Pedro Miguel Lamet, Las Palabras Vivas. Confidencias de Juan, el discípulo predilecto, Ediciones Paulinas, Madrid 2019, 191 pp.