El profesor, jesuita y catedrático de Geofísica de la Universidad Complutense de Madrid, Agustín Udías Vallina, ha redactado después de muchos años de experiencia profesional tanto en la docencia, como en la investigación en el mundo científico, un extenso y documentado manual.
El estilo adoptado es de tipo histórico, pero sencillo, práctico y, además, adecuado a la mentalidad universitaria de hoy, con el fin de resumir las inveteradas relaciones entre la ciencia y la fe cristiana a lo largo de todos los tiempos.
La conclusión final es que, aunque haya habido momentos difíciles, siempre por parte de la fe, ha habido deseos de entablar un diálogo sincero y, por supuesto, llena de deseos de aprender de los avances científicos.
Prueba de este afán de unir fe y ciencia, sería el caso de los colegios de jesuitas en España, donde propiciaron el desarrollo del método científico experimental frente al método autoridades más propio de la teología.
Los colegios que llegaron a ser 625 difundieron el método científico en armonía con la fe en todo el país e n las mentes de aquellos jóvenes que después entrarían en la vida universitaria, profesional y en la organización del país (93).
Evidentemente ese camino terminaría por enfrentarse al de la ilustración europea y el enciclopedismo que busca a toda costa secularizar la ciencia y los conocimientos científicos y desautorizar a la Iglesia y su magisterio como impedimento del verdadero humano progreso (132).
Incluso en la larga y prolija exposición del caso Galileo, se observa de fondo un verdadero interés por aprender a interpretar mejor la Sagrada Escritura y de afinar en los datos y teorías que el moderno telescopio estaba aportando a la investigación científica y la ciencia teórica desde Kepler (97, 99).
Evidentemente, no dejará el profesor Udías de anotar las pasiones humanas desatadas tanto por las humillaciones y desplantes que Galileo proporcionaba a las altas autoridades del Vaticano, indudablemente más expertos en lenguas semíticas que en la ciencia de Copérnico y, por supuesto, por parte de los excesos de autoridad en materia científica de los vaticanistas que le pedían retrasar la publicación del libro o al menos exponer su teoría científica de modo que no afectará a la interpretación literal de algún pasaje de la Escritura (104).
Reconforta la afirmación de que, en el diálogo actual en muchos lugares del mundo entre la ciencia y la fe, cada uno con su método, sus límites y sus aportaciones, existen científicos de primera fila, en las grandes Universidades y centros de investigación que son creyentes y reconocen la ayuda de la fe para proseguir en sus arduos trabajos (205). En cualquier caso, la propuesta del jesuita Theilard de Chardin sigue siendo confusa y desconcertante para los teólogos y también para los científicos de hoy (209).
José Carlos Martín de la Hoz
Agustín Udías Vallina, Ciencia y fe cristiana en la historia, ediciones Sal Terrae, Santander 2021, 221 pp.