En la introducción a la edición de la obra inacabada “Echar Raíces” de Simone Weil, del año 1943 en Londres, que deseamos leer y comentar, el profesor Capella se hace eco de las propuestas de grandes pensadores del siglo XX partidarios de destruir completamente el texto y darlo por obsoleto, para quedarse solamente con cliché o idea fija de Simone Weil como el prototipo de mujer que se siente habitualmente “descartada” en cada drama social de su tiempo, por revivirlos en su propia carne y en sus discursos.
La solución del profesor citado, evidentemente, no es destruir la obra sino convertirla en un libro de investigación inconcluso; es decir, en una mina, donde al lector le corresponde hacer de minero que se dedica duramente a picar y extraer material, es decir, ideas, para separarlas y apilarlas en dos montones; el oro y la ganga, siendo ambos rápidamente calificados con la nota de provisionalidad, pues solamente con una segunda lectura se podría cambiar un gran montón de muchas de las primeras interpretaciones (9).
Enseguida, nuestro profesor, nos aporta otra clave para la lectura de los textos de la filósofa: el procedimiento democrático es importante, pero asimismo lo es la premisa social de la autora: “cada decisión ha de legitimarse en función de un proyecto social suficientemente compartido” (13).
Evidentemente, hoy día esa manera de pensar de la filósofa Weil está tan obsoleta como hablar de la caída del muro, pues hoy día se adorna más las cosas y enseguida se las califica como solidarias, cuando en realidad es más sustancioso hablar con otras palabras de Weil sobre la sustancia: “lo es en el grado de verdad, belleza y bondad que sustente la decisión que se desea tomar”.
Es interesante, como reconoce el profesor Capella, que según va minando la tuberculosis el organismo enfermizo de la pensadora Simone Weil, su pensamiento en esta obra va abandonando las raíces políticas que propone para la nueva Francia tras la caída de Hitler, hacía pensamientos más espirituales, pues la muerte era una realidad indefectible a la que no pretendía ella ni obviar, ni huir, sino realizar.
Así pues, podremos leer textos que ya no tienen que ver con un documento político: “En el plano de los acontecimientos, la noción de conformidad a la voluntad de Dios es idéntica a la noción de realidad. el plano del bien y del mal puede haber conformidad o disconformidad con la voluntad de Dios según la relación al bien y al mal. La fe en una providencia consiste en estar seguro de que el universo en su totalidad es conforme a la voluntad de Dios no sólo en el primer sentido sino también en el segundo; esto es, que en este universo el bien predomina sobre el mal” (18).
Finalmente, el texto se irá llenando de referencias a la filosofía de la historia, a la religiosidad precristiana, de lírica estoica e incluso de himnos que hablan de su capacidad de la utopía de saltar a Francia en paracaídas, un sacrificio y una utopía pues ella ya es incapacidad para saltar a Francia o a cualquier sitio y expulsar a los nazis.
José Carlos Martín de la Hoz
Simone Weil, Echar raíces, ediciones Trotta, Madrid 2014, 222 pp.