Sucede a menudo que un amigo, un pariente, un librero, un colega nos anima a leer determinada obra porque le ha gustado y solemos fiarnos, sobre todo cuando se trata de lectores asiduos. Pero puede ocurrir también que el reclamo lo encontremos en la lectura. El Danubio de Claudio Magris, por ejemplo, me puso en contacto con un buen número de escritores y de obras que de otro modo quizá no habría conocido. Lo mismo me pasó, hace ya bastantes años, al leer Grandes figuras de la literatura universal y otros ensayos de Luka Brajnovic. Antes del verano, se produjo algo parecido al leer Memorias del estanque de Antonio Colinas. Más recientemente aún, he encontrado una pista en Últimas conversaciones con Benedicto XVI de Peter Seewald. Al hablar el papa emérito de su afición a la música, a la literatura y a otras manifestaciones culturales, recuerda que asistió en la posguerra a una representación de El General del Diablo de Carl Zucmayer (1896-1977).
No había leído nada de este escritor alemán, del que sabía muy poco, pero recordé en aquel momento que, en la sección de teatro de la biblioteca de la Comunidad de Madrid que frecuento, había visto un volumen con obras suyas, al que nunca había prestado atención. A los pocos días, fui a devolver unos libros, encontré donde suponía el tomo de Obras escogidas de Zucmayer, editado por Aguilar en 1963, y lo saqué.
No he quedado defraudado, esta tragedia, escrita en Estados Unidos en 1942 y revisada en 1945, es una obra de arte colosal. Dramatismo, hondura en los planteamientos, en los diálogos y en el tratamiento de los personajes, con la denuncia del nazismo y de los totalitarismos como tema, pero con muchos matices, con los que el lector se siente implicado: heroísmo y cobardía, indecisión y audacia, miedo…, ante situaciones límite que requieren una respuesta. Y muchas cuestiones que surgen en los diálogos entre los protagonistas: la felicidad, el amor, Dios, la justicia… Solo por esto ya ha merecido la pena la lectura de la entrevista a Benedicto XVI, que contiene por supuesto muchos más cuestiones interesantísimas.
Luis Ramoneda