Se exponen, en el Museo del Prado, los frescos de la capilla dedicada a san Diego de Alcalá en la iglesia de Santiago de los Españoles –hoy iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón– en la romana plaza Navona; iglesia que fue, sobre todo en los siglos XVI a XVIII, punto destacado de la vida religiosa y cultural de la ciudad. A lo largo de la historia, el edificio ha sufrido muchas remodelaciones y la capilla citada, sufragada por Juan Enríquez de Herrera, banquero palentino afincado en Roma, para agradecer la curación milagrosa de su hijo, atribuida a san Diego (canonizado en 1588), ya no existe. La iglesia dejó de pertenecer al patrimonio de España.
En el siglo XIX, los frescos se extrajeron de los muros de la capilla y se colocaron en un nuevo soporte y recientemente se han restaurado. Alguno se perdió, pero el resto está repartido entre el Museo del Prado y el Museu Nacional d’Art de Catalunya, en Barcelona. La exposición merece la pena, por la calidad de los frescos, obra de Annibale Carracci (1560-1609) y de Francesco Albano (o Albani) (1578-1660), con la colaboración de otros artistas del taller de los Carracci. Exquisita delicadeza en los tonos, en las figuras –impresionan algunas miradas–, en la concepción del paisaje, en ese clasicismo sereno, característico del pintor boloñés.
Se completa la exposición con algunos bocetos que sirvieron de preparación, en los que se muestra la maestría de Carracci como dibujante, y con alguna información sobre la iglesia y su uso mientras perteneció a España. Se ofrece, además, una breve, pero muy interesante explicación del proceso de sacar un fresco de los muros en que se ha pintado hasta el traslado a otro soporte.
Mientras veía la exposición, en el clima de las penosas noticias sobre la guerra en Ucrania y sobre otros conflictos, pensaba en lo que los hombres somos capaces de hacer, para bien y para mal. En un platillo de la balanza, la inteligencia y la habilidad de unos artistas para plasmar la belleza y el bien, a través de los actos caritativos y los milagros de san Diego (semejantes a tantas acciones solidarias que estamos presenciando en estos días); en el otro platillo, las bombas, los tanques, las víctimas inocentes, los abusos de poder...
Luis Ramoneda