Manicomio de verdades

 

El conjunto de artículos publicados en diversos lugares y ahora reunidos en este volumen preparado por el historiador y Académico francés Rémi Brague (1947), constituye una de esos ensayos que uno debe leer a lo largo del año; se esté de acuerdo o no con el autor, pues lo que se dice, se expresa tan bien y aporta tanto que nos ayuda a conocer mejor el nervio del problema de nuestra civilización.

Efectivamente, el profesor Brague no tiene ningún inconveniente en presentar sus cartas boca arriba o ponerlas al descubierto desde las primeras líneas de su Introducción, cuando comienza por citar al gran escritor inglés, G. K. Chesterton (1874-1936), en su inolvidable estilo: “el mundo moderno está lleno de viejas virtudes cristianas que se volvieron locas”. Enseguida, nuestro autor glosará la expresión para recordarnos que en realidad lo que quería decir el inglés, de acuerdo con el contexto y con la situación cultura del momento, se afirma realmente a continuación: “Enloquecieron las virtudes porque fueron aisladas unas de otras y vagan por el mundo solitarias”. Llegado a este punto, Brague nos hace caer en la cuenta de la palabra “locura” que Chesterton había definido poco antes: “loco es el hombre que ha perdido todo, menos la razón” (7).

Como puede imaginar el lector, a partir de ese momento, el gran Académico francés va a volver sobre algunos de los grandes temas de la metafísica y del pensamiento clásico, para plantear cómo se ven ahora: enloquecidos por separarlos del tronco de la sabiduría como diría Descartes, y así volver a verlos pero con una mirada de conjunto desde el pensamiento escolástico depurado por Santo Tomás y otros grandes pensadores cristianos que buscaban en la armonía fe y razón las respuestas.

La primera cuestión que plantea con total contundencia es la cuestión del ateísmo puro y duro, bajo el epígrafe “el ateísmo con la soga al cuello” que comienza de esta manera: “Puedo expresar también mi punto de vista sobre el fracaso del proyecto moderno poniendo sobre la mesa la siguiente tesis: el ateísmo está agotado y está condenado a desaparecer a la larga. Nuestra tarea consiste en concienciar a la gente de este hecho y extraer las consecuencias que esto trae consigo” (35).

La segunda cuestión que deseamos subrayar con el profesor Brague es la creación: “La idea de la creación no nos dice nada sobre la estructura sincrónica de los seres, es decir, la cosmografía, o sobre el proceso diacrónico de su desarrollo, es decir, la cosmogonía. Dios nos ha dotado de las herramientas intelectuales que necesitaremos para adquirir tarde o temprano un conocimiento adecuado de esos seres. Pero la idea de la creación nos enseña una verdad básica sobre la existencia de lo que es; a saber, que no está fuera de sí mismo (a se). La obra de santo Tomás podría sernos de gran ayuda” (72).

Indudablemente, la cuestión estriba en que cuando el hombre se dirige resueltamente, movido por el Espíritu Santo y, por supuesto, por su ansia de eternidad, al límite de su materialismo para desarrollar la parte espiritual que encuentra en él y descubrir que es participación de la inmensidad de Dios que lo ha creado y que lo sostiene en el ser.

José Carlos Martín de la Hoz

Rémi Brague, Manicomio de verdades. Remedios medievales para la era moderna, ediciones Encuentro, Madrid 2021, 190 pp.