El último trabajo coordinado por el profesor Aguirre, comienza con un título agresivo para impresionar. En efecto, Jesús ya había anunciado a sus discípulos que sufrirían persecución hasta el final de la historia: “igual que me han perseguido a mí, también os perseguirá a vosotros” (Io 15, 20).
En efecto, una manera de persecución es el martirio y otra la marginalidad y el desprecio, pues de esa manera, los poderosos piensan que no existes y que no puedes cumplir tu misión: contagiar a otros que, en el caso del cristianismo, se circunscribe a la doctrina salvadora y redentora de Jesús.
El profesor y catedrático de Teología Bíblica de la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto en Bilbao, Rafael Aguirre ha formado desde hace muchos años un amplio grupo de investigación que han ido editando y comunicando sus resultados en obras colectivas, siempre llenas de un gran interés tanto por la actualidad como por la novedad de sus descubrimientos y aportaciones: “Así empezó el cristianismo” (2010), “Así vivían los primeros cristianos” (2017), etc.
Evidentemente, decir que los cristianos fueron perseguidos y que, en parte, fruto de esa persecución se debe la rápida expansión por el mundo romano, es algo ya conocido y mostrado por Rodney Stark en su famoso tratado sociológico sobre la expansión del cristianismo (Trotta, 2009). En efecto, a través de las rutas marítimas del mediterráneo, los cristianos llegaron a los puertos de mar y de ahí, por las calzadas romanas, al interior, a los “pagos”.
Si estudiamos la sociología de las primeras comunidades cristianas, como ha hecho el equipo de Rafael Aguirre, descubriremos que, efectivamente, enseguida llegaron a todas las capas sociales, pero evidentemente, cuajaron más entre los pobres, los marginados, las familias, los artesanos humildes, pues ellos eran la mayoría de la población y, además, se sentían particularmente queridos por Jesucristo y por las primitivas comunidades cristianas que, al igual que en Jerusalén, también en Roma, les ayudaban efectivamente en sus necesidades (97).
Junto con los detallados estudios que esta obra nos ofrece de la Iglesia primitiva en Jerusalén, en Roma y otros lugares, como, por ejemplo, la epístola del papa Clemente (155), o las cartas de san Ignacio de Antioquía (183), uno de los textos más impresionantes del ataque de Celso en el siglo II al cristianismo, en su famosa obra “Discurso verdadero, al que respondió brillantemente Orígenes, 70 años después, es la constitución sociológica de los cristianos; mujeres, artesanos, analfabetos, agricultores y campesinos.
Es aventurado que, el mismo equipo que ha estudiado los primeros años de la vida de la Iglesia desde un ángulo interdisciplinar, hayan realizado también un ensayo sobre la marginalidad del cristianismo en la actualidad. La pena es que les haya salido tan pesimista (240 y ss.), pues el mismo Espíritu Santo sigue actuando en la actualidad.
José Carlos Martín de la Hoz
Rafael Aguirre (ed.), De Jerusalén a Roma. La marginalidad del cristianismo de los orígenes, ediciones Verbo divino, Estella (Navarra) 2021, 264 pp.