La lectura del interesante trabajo del filósofo alemán Markus Gabriel, catedrático de Epistemología de la Universidad de Bon, confirma, una vez más, que verdaderamente, no podremos alcanzar una ética global, ampliamente aceptada y asumida por filósofos, teólogos y pensadores del mundo entero, mientras no lleguemos a una convergencia primero y luego a una recuperación del consenso acerca de la necesidad de una metafísica fundante de la nueva antropología y, por tanto, de ese deseado nuevo orden moral.
Evidentemente, desde la ética a Nicómaco de Aristóteles hasta nuestros días se han elaborado muchos intentos de dibujar una nueva y perfilada ética para cada etapa de la historia que respetara siempre y en todo, la dignidad de la persona humana, es decir, la verdad sobre Dios, sobre el mundo y, finalmente, sobre el hombre y que pudiera orientar a cada persona en el camino de la entera felicidad y, por tanto, de la vida lograda de las virtudes.
Tradicionalmente esa actualización de la ética partía del estudio del ser del hombre y de la experiencia de la vida humana, mediante una metafísica Aristotélica que por estar abierta a la trascendencia era fecunda, ilusionante y sacaba del hombre, en cada etapa de la historia, lo mejor que podía dar, como ha mostrado Eugenio Trías en su filosofía del límite.
En cambio, el profesor alemán comienza este trabajo realizando un esfuerzo gigantesco para alumbrar una nueva ética sin metafísica, sin consenso para explicar lo que el hombre, Dios y la naturaleza, como si empezara de cero; con formulaciones de los conceptos claves y nomenclatura distintas, nuevos principios, axiomas y corolarios. Al final, nuestro autor logra expresar más o menos de una manera clara y nuevo qué es el bien y que es el mal y, desde ahí, volver a fundamentar la ética.
El esfuerzo tan gigantesco que realiza el profesor alemán no corresponde con las dudas que genera en el desarrollo argumentativo, como por ejemplo la distinción entre bien, mal y neutro, no terminan de estar claras (13),
Todo este trabajo me recuerda la afirmación de san Josemaría Escrivá de Balaguer a un periodista italiano cuando en una entrevista concedida por el Fundador, quiere explicarle el carácter sobrenatural del Opus Dei y le dice: “A veces las cosas más sencillas son las más difíciles de explicar” (Conversaciones con Mons. Escrivá, ed. Rialp, Madrid 1987, n. 65).
Efectivamente, a los ojos de un historiador, el problema estriba en que el camino de la metafísica ha sido denostada por parte del pensamiento moderno y posmodernos, por una decisión arbitraria de los ilustrados, que podría ser reconducida, mediante ilustrados sensatos, como ha clamado tantas veces Benedicto XVI, a una posible apertura del hombre a la trascendencia y a Dios con lo que podemos alcanzar absolutos morales que ayuden al hombre de toda clase y condición a elaborar sus juicios morales.
José Carlos Martín de la Hoz
Markus Gabriel, Ética para tiempos oscuros. Valores universales para el siglo XXI, ediciones Pasado y presente, Barcelona 2021, 403 pp.