He leído el libro del periodista
italiano Magdi Allam
titulado "Vencer el miedo", y coincido con él en que lo peor
que le puede pasar a la sociedad y, desde luego, a cada persona, es tener
miedo. Vivir con miedo es terrible. Se puede tener miedo al terrorismo,
más si uno está amenazado; se puede tener miedo al futuro, cuando
se ve muy negro; se puede tener miedo a la crisis económica, sobre todo
quien depende del trabajo que entre. Y hay otros miedos que uno se inventa.
Pero yo pensaba, al hilo de este
libro interesante, y sin una relación directa, en la sociedad nuestra donde
hay muchos cristianos que tienen miedo a que los reconozcan como tales. Terrible
es sentirse obligado a esconder las propias convicciones. Sin duda, cuando una
persona tiende a ocultarlas quiere decir que no son demasiado fuertes, cosa que
ocurre con alguna frecuencia, y por lo tanto, probablemente entre la debilidad
y el miedo, acaban desapareciendo. El que oculta su fe por miedo termina
perdiendo la fe.
Es verdad que estamos en una
sociedad paganizada. No laica, que eso es otra cosa, sino despojada de sentido
trascendente, que es aterrador. El pobre descreído es capaz de mirar al
creyente con desprecio, aunque eso denota simplemente su falta de fundamento. Pero
que un cristiano se esconda, disimule, es simplemente contradictorio. Es
manifestación de su vaciamiento o de su incoherencia.
Me producen verdadera
lástima los sacerdotes sin señas de identidad. Si todo cristiano
debe ser testigo, el pastor debe además estar disponible. En una
sociedad alejada de la
predicación y la enseñanza, el ministro sagrado muestra a
Jesucristo por las calles con su porte, salvo que vaya disfrazado.
Una mamá joven que tiene
tres niños pequeños, por ahora, me mostraba sus deseos de llevar
la doctrina de la Iglesia a los demás, y sentía su incapacidad,
su falta de formación. Yo le dije que no se preocupara, que lo mejor que
puede hacer es pasear su alegría y la de su marido rodeados de los
niños. Una familia numerosa y feliz muestra más a Jesucristo que
grandes argumentos, aunque estos tampoco deben faltar cuando se tercie.
Una sociedad que tiene fobia de
predicación teórica necesita imágenes. El sacerdote de
traje talar, la familia con muchos niños, la fidelidad del matrimonio
maduro, la capacidad de servicio, de compasión ante los necesitados, son
tesoros de testimonios que no podemos desperdiciar. Tener miedo a mostrarse
como cristiano es ser traidor sin reconocerlo. Si los mártires se
hubieran escondido habrían agostado la fe que nos trajo Jesucristo.
Que tenga miedo quien tenga mala
conciencia, pero quien busca agradar a Dios, que es el fin último de
todo hombre, deber estar dispuesto a dar la cara siempre, especialmente en los
ambientes en los que se influye sobre el futuro de los hombres, en los
ambientes en los que se decide sobre como será la sociedad del mañana.
Ángel Cabrero Ugarte
Radio Intereconomía,
23 de mayo de 2008, 20,25 horas
Para leer más:
Borghese, A. (2006) Con ojos nuevos,
Madrid, Rialp
Allam,
M. (2008) Vencer el miedo,
Madrid, Encuentro
James, S. (2006) Del Islam al
cristianismo: mi historia, Madrid, Palabra