El
Prof. Morozzo de la Universidad de Roma presenta un
gran trabajo biográfico acerca de Mons. Oscar Romero, Arzobispo de San
Salvador, asesinado mientras celebraba la Santa Misa el 24 de marzo de 1980, y considerado
por Juan Pablo II como uno de los nuevos
mártires del siglo XX. La investigación está bien realizada y sitúa al
arzobispo por encima de la mitología creada por sectores marxistas, depurándola
y asentándola en lo que fue realmente: un pastor entregado a su pueblo y plenamente
unido al Santo Padre.
El
primer capítulo de este trabajo contiene una primera y rápida visión histórica
acerca de las teologías de la Liberación (p.148), en las que el autor demuestra
que: "El asesinato de Romero en 1980 eliminó la principal voz que se oponía a la violencia. Al apagarse
aquel que representaba la búsqueda de una solución pacífica de los problemas
del país, muchos católicos salvadoreños pasaron a la oposición armada. Al poco
tiempo se iniciaba la guerra civil" (p.34). Y concluye: "Fue el momento de los
teólogos de la liberación, de los cristianos por el socialismo, de las
comunidades de base. Se identificaba el bíblico reino de Dios con la revolución
socialista entremezclada de nacionalismo latinoamericano, lo que puede explicar
la extendida convicción de que no se iban a repetir los errores cometidos por
el comunismo en otras partes del planeta" (p.43).
Por
otra parte, Morozzo muestra con claridad la verdad
del pensamiento del arzobispo: "Romero que reafirmaba públicamente una y otra
vez su vínculo con la Santa
Sede, Roma y el Papa, no aprobaba tales operaciones. Su
afección a la Iglesia local le llevaba a consentir las expresiones teológicas
latinoamericanas, pero no en contraposición con la tradición romana" (p.44). Eso
sí, siempre luchando por enderezar esas teologías: "Se preocupaba por las
interpretaciones erróneas del Vaticano II y de la Conferencia del CELAM en
Medellín" (p.98). Y añade: "Romero
recriminaba a los intelectuales liberacionistas; en su opinión, no sólo no
comprendían que la verdadera liberación era la liberación del pecado, sino que
además solían asumir ideologías no cristianas" (p.112).
En
1977 es nombrado Arzobispo de San Salvador. Era un momento muy difícil;
persecución a la Iglesia desde el poder, asesinatos de sacerdotes, profanación
de templos, calumnias y difamaciones contra Romero que llegaron a Roma, etc. En
ese tiempo algunos liberacionistas inventaron el mito de la conversión de
Romero: "El tópico de la conversión se ha difundido en el ambiente popular para
amplificar el mito de Romero desde una perspectiva marcadamente política"
(p.171). Lo eral fue esto: "Defendió a los pobres y a los que sufrían
injusticia. No como revolucionario" (p.220). También subraya Morozzo el afecto de Mons. Romero por el Opus Dei (p.71,
280-281).
Como demuestra este trabajo: "Romero actuaba y hablaba
contra la violencia, independientemente de su color y proveniencia" (190). La
conclusión de Marozzo está bien documentada: "Las
organizaciones populares debían renunciar a la violencia. Sobre
este punto Romero era categórico" (p.394).
José Carlos Martín de la Hoz
Roberto MOROZZO, Monseñor
Romero. Vida, pasión y muerte en El Salvador, ed. Sígueme, Salamanca 2010,
462 pp.