El profesor titular de historia moderna de la universidad de Valladolid Javier Burrieza (Valladolid 1974) publicó durante la pandemia un magnífico trabajo que debido a las circunstancias espacio-temporales no se le ha dado todo el reconocimiento que merece y, sobre él, deseamos volver ahora.
En primer lugar, se trata de un trabajo de síntesis y de madurez pues esta colección de ediciones cátedra está consolidándose como una serie muy importante de libros que sirven para conocer el “status quaestionis” de asuntos donde la sociedad puede acudir a buscar criterio certero.
La elección del profesor de Valladolid es muy acertada pues cuenta con una amplia bibliografía tanto de publicaciones como de horas de clases, seminarios de profesores y congresos nacionales e internacionales en su biografía.
Hace unos años, Alfonso Botti (Loreto 1953) catedrático de la universidad italiana de Módena irrumpió en nuestro país con una monografía acerca el “nacionalcatolicismo” en España, en la que intentaba llenar un vacío acerca de la caracterización del régimen de Franco, en la que echaba la culpa a la Iglesia católica de haberle dado fundamento intelectual a la dictadura fascista de Franco.
Evidentemente, el mejor modo de fundamentar seriamente la cuestión es hacer lo que ha hecho el profesor Javier Burrieza: acudir a la ilustración española y descubrir que desde Carlos III hasta Fernando VII los monarcas españoles vivían una constitución que estaba basada en las leyes de las Partidas de Alfonso X el Sabio que colmaban las necesidades teóricas de los monarcas.
Efectivamente, la llamada de Franco a la insurrección como bien explica Burrieza consistía en un régimen autoritario que volvía a la dictadura de primo de Rivera y donde se evitaban los partidos políticos, como elemento de división, para incidir en los principios tradicionales de la monarquía española. El problema consistió en que la Iglesia estaba temerosa de que Franco cayera en el fascismo italiano o nacional socialista alemán hasta que vieron que domesticaba todas las fuerzas políticas que inspiraron y apoyaron el golpe bajo una bandera: el movimiento nacional.
El profesor Burrieza descubre claramente que todos fueron engañados por el caudillo excepto la Iglesia católica que tras la desaparición de los estados confesionales durante el Concilio Vaticano II decidió, por indicación del Vaticano desmarcarse del régimen para preparar su posicionamiento libre de ataduras temporales durante la transición a la democracia. Tan bien lo hicieron que han logrado que la Iglesia haya quedado al margen de las vicisitudes políticas de la democracia prestando indudables servicios a la sociedad sin volver a inmiscuirse en banderías políticas. El nacionalcatolicismo que preconizaba Botti en realidad quedó subsumido en el franquismo y no en la democracia cristiana que nunca cuajó en este país.
José Carlos Martín de la Hoz
Javier Burrieza. El nacionalcatolicismo. Discurso y práctica, Cátedra, Madrid 2019, 479 pp.