En el estudio acerca de las relaciones entre poder eclesiástico y poder civil, hemos de detenernos en una obra breve pero muy enjundiosa que escribió el célebre y malogrado poeta Novalis, en 1799.
En efecto, en su ensayo “La cristiandad o Europa”, editado recientemente en castellano, destaca tanto por su originalidad como por la escandalosa interpretación de los hechos que aporta: “adoptaba una postura radical: a favor de la Revolución, a favor de la religión, a favor de la unidad cristiana, con abierta inclinación, además, por el catolicismo frente al protestantismo y lo hacía en un principado, el de Sajonia, marcadamente protestante (…). El romántico tiene nostalgia de un tiempo pasado -la Edad Media- y tiene nostalgia, también, si se puede llamar así, de un tiempo futuro más espiritual y armonioso. El romántico está incómodo en los días que le ha tocado vivir” (152).
Sin duda, Novalis presentaba una interpretación muy idealizada de la vida de la cristiandad, en el medievo, con todas las naciones unidas bajo la misma fe y la autoridad moral del papa y de los sacerdotes cuando afirmaba: “Ellos eran los expertos timoneles en el gran mar desconocido, y bajo su protección se podían menospreciar todos los temporales y confiar en una llegada a la costa de la verdadera patria” (153).
Por otra parte, los juicios de Novalis sobre Lutero son especialmente duros, siendo hijo de un pastor protestante, puesto que le culpa de la ruptura de la edad media, del reino de la cristiandad: “Lutero trató al cristianismo de un modo arbitrario, desconoció su espíritu e introdujo una nueva letra y una nueva religión: la validez general y sagrada de la Biblia, y con ello entremezcló desdichadamente en la cuestión religiosa una ciencia terrenal y totalmente ajena: la filología, cuya influencia fue, desde entonces evidente” (154).
En cambio, sobre la Compañía de Jesús los comentarios que realiza a lo largo de esta breve obra, son extraordinariamente elogiosos (154), sobre todo pensando en el ambiente que se había creado en Europa después de la expulsión de Portugal (1759), Francia (1762), España (1767) y la extinción de la Compañía en 1773.
Enseguida comentará que la segunda e inevitable Reforma fue la Revolución francesa, pues vio en ella una “sana separación entre religión y política, entre Iglesia y Estado”. A lo que añadirá: “La Iglesia, como una extraña y sencilla huérfana, tiene que reconquistar primero los corazones y ser querida en todas partes antes de ser de nuevo públicamente adorada y admitida en los asuntos mundanos” (155).
La obra culminará reclamado el retorno a la Iglesia católica, la desaparición del protestantismo y la devolución de la autonomía a la Iglesia para su normal desarrollo. Sus amigos decidieron expurgarla y publicarla fragmentada hasta que a finales del XIX, al fallecer los editores, pudo conocerse editada en su integridad.
José Carlos Martín de la Hoz
Antonio Pau, Novalis. La nostalgia de lo invisible, ediciones Trotta, Madrid 2019, 261 pp.