El valenciano Jorge Boronat ha redactado primorosamente el primer ensayo biográfico acerca de la memoria de un joven santo de nuestro tiempo: Pedro Ballester Arenas (Manchester, 1996-2018), un inglés de Manchester de pura cepa, hijo de familia española que vivió durante cinco inolvidables años su vocación al Opus Dei como numerario hasta morir a los 21 años de un cáncer de huesos que había minado su organismo hasta llevarle a la muerte.
Verdaderamente, la descripción que hace este libro de los años de vocación de Pedro valen la pena ser leídos con detenimiento pues muestran como Pedro se entregó a Dios con todas sus fuerzas y enseguida aceptó la cruz de una santidad heroica a través de la enfermedad hasta llegar a la conformidad absoluta con la voluntad de Dios que conformó su camino de plenitud de las virtudes cristianas.
Una vez más se comprueba, a través de muchos ejemplos, cómo tenía razón san Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, cuando afirmaba que encontrar la cruz es encontrar a Jesucristo y, por tanto, encontrar la felicidad. Una felicidad que era contagiosa. Por ejemplo, un día acudieron desde el hospital a ponerle una inyección, como parte del tratamiento domiciliario, pero no acudió una enfermera sino cuatro, pues todas desean saborear ese momento y regresaron felices y contentas porque allí había un clima de felicidad que no existía en ningún otro sitio de toda la ciudad (139).
A lo largo de la lectura de las páginas de este libro se observa cómo el Espíritu Santo quiso que muchas personas fueron a la habitación de Pedro, a lo largo de los años de enfermedad, a darle un rato de tiempo, cariño y compañía y, en cambio, recibieron muchos más de lo que dieron, pues muchos de ellos encontraron el “sentido de la vida y todo eso” (105).
La obra resulta no solo creíble sino verdaderamente aleccionadora, entre otras cosas, porque el autor ha tenido la delicadeza de narrar las victorias, los vencimientos y los avances en la maduración del protagonista junto con las tentaciones, desánimos y pequeñas derrotas. Por ejemplo, la descripción de la tentación de “no ver inmediatamente” los frutos de sus sacrificios (129) o el tiempo que tardó en asimilar que Dios le quería ya con Él en el cielo (55).
Pedro nunca dejaría de ser profundamente inglés, tanto por mentalidad como por su perfecto sentido del humor por lo que no es de extrañar la solución, medio en broma, medio en serio, de pedir al obispo de la ciudad, amigo de la familia, que se ofreció a celebrar el funeral, que lo “celebrara en ingles con subtítulos en castellano”, para ayudar un poco a las muchas personas que acudirían al funeral desde España para acompañar a sus padres, hermanos y a los miembros del Opus Dei y a sus amigos ingleses en el duelo.
José Carlos Martín de la Hoz
Jorge Boronat, Pedro Ballester Arenas. Nunca he sido más feliz, Cobel ediciones, Alicante 2022, 161 pp.