El ordenamiento jurídico es algo tan antiguo como las primeras civilizaciones que enseguida marcaron sus territorios y dispusieron de sistemas de arbitraje para resolver las disputas acerca de la justicia y el derecho.
Instituciones tan antiguas como el tribunal de las aguas de Valencia las hay por todas las latitudes, pues las disputas sobre el agua de regadío entre los hortelanos de las huertas de Valencia resultaron capitales para la paz y el orden
La solida investigación llevada a cabo por Fernanda Pirie reúne en muy pocas páginas una historia cuatro veces milenaria donde se involucran el derecho, la teología y la filosofía en una maravillosa conjunción armónica que produce orden, concierto y autoridad en el conjunto de la sociedad.
En efecto, la profesora de antropología del derecho de la Universidad de Oxford, desarrolla en pocas páginas una historia fascinante, es decir, “como 4.000 años de leyes dieron forma a la civilización” a lo que habría que añadir para universalizar, al conjunto de “civilizaciones”.
Verdaderamente, resulta fascinante y es muy ilustrativo cómo se fue pasando en los ordenamientos jurídicos desde la antigüedad hasta nuestros días, al concepto de “persona humana” y consecuentemente a la agrupación de personas en el concierto social en que estamos viviendo (10).
Ya desde el ordenamiento jurídico romano que supuso un avance gigantesco en el gobierno de la sociedad política, económica y cultural, la idea de “justicia para todos” proporcionaba un ambiente de seguridad y de paz, pues las decisiones no eran aleatorias o indiscriminadas, sino que ya la propia articulación de las leyes quedaba recogida en las primeras jurisprudencias (91).
Es muy importante que nuestra autora descienda en su parlamento a la denostada figura de Justiniano (583) quien logró proporcionar a los gobernantes unas importantes colecciones, “el Codex, el Digesto o pandectas y las Instituta” que sirvieron enormemente hasta el código de Napoleón y el equivalente en otras naciones para dar orden y sosiego.(111).
Es importante hacer una amplia referencia a las Partidas de Alfonso X el Sabio que no sólo incorporó el Corpus Iuris Civilis y parte del Corpus Iuris Casnonici sino también el sentido cristiano del derecho que no estaba en el derecho romano.
Es una pena que la autora no haga apenas referencia a las expensas recopilaciones de leyes de Indias donde no sólo están las Partidas de Alfonso X sino también otros importantes documentos como las leyes de Toro, sino las leyes exclusivas de América.
José Carlos martín de la Hoz
Fernanda Pirie, Ordenar el mundo. Cómo 4.000 años de leyes dieron forma a las civilización, ediciones crítica, Barcelona 2022, 502 pp.