La profesora de la Universidad Carlos III, Teresa López-Pellisa, especialista en comunicación audiovisual, ha estudiado las modernas tecnologías, la cultura y creaciones literarias y cinematográficas y, alrededor de ellas, ha sintetizado en esta obra los aciertos y las patologías que se han desarrollado.
Así, asombrada, explica al comienzo de su trabajo: "El movimiento artificial siempre ha fascinado al ser humano y rápidamente lo asociamos al movimiento natural de la vida. Los niños creen que los ordenadores están vivos y aunque, aparentemente, los adultos son capaces de distinguir entre lo humano y lo artificial, nos encontramos con momentos liminares en los que estas fronteras se diluyen y se plantean cuestiones peliagudas como la posibilidad de que las nuevas tecnologías nos proporcionen sobre-espiritualidades tecnoherméticas" (39).
Es interesante para nuestra autora descubrir a qué se dedicaron durante años los grandes cerebros del mundo: "La necesidad de calcular las trayectorias balísticas hizo que la informática se desarrollara en el campo militar y que la guerra moderna fuera la guerra del cálculo y la previsión, e la técnica y de la información" (42).
El término cibernética lo define la RAE del siguiente modo: "estudio de las analogías entre los sistemas de control y comunicación de los seres vivos y los de las máquinas; y en particular, el de las aplicaciones de los mecanismos de regulación biológica a la tecnología" (44).
Es terrible comprobar que la profesora López Pellisa se queda aposta a mitad de camino en su trabajo por falta de una antropología adecuada o por no desear argumentar filosóficamente: "¿Y qué es el espíritu?" se pregunta. Pero, en vez de responder desde la filosofía, lo que hace es callar: "No tengo la respuesta, así como no puedo profetizar hasta qué punto llegarán a ser inteligentes emocionalmente las inteligencias artificiales del futuro; pero lo que pretendo trasmitir es mi rechazo a la pérdida y extinción del ser humano, si poshumano significa exhumano" (166).
La cuestión es interesante y afecta cada vez a más ámbitos del conocimiento humano, pues el mundo virtual y la fabricación de robots, están pidiendo al mundo intelectual una recuperación de la metafísica y de la antropología, de modo que podamos hacer distinciones sobre las máquinas y su alcance en la vida corriente.
Es evidente que existe una ética en la investigación científica y, por tanto, un límite, que es la dignidad de la persona humana, sobrepasar esos límites como señala la autora es catastrófico, por ejemplo en determinados robots femeninos (222-223), etc.
José Carlos Martín de la Hoz
Teresa López Pellisa, Patologías de la realidad virtual. Cibercultura y ciencia ficción, ed. Fondo de cultura económica, México 2015, 275 pp.