Pedagogía divina

 

Una de las aportaciones más interesantes del famoso pensador Maimónides en su conocida obra, Guía de perplejos”, tiene lugar cuando realiza un esfuerzo para expresar el camino que él cree intuitivamente haber descubierto por el que Yahvé Dios logró que el pueblo judío dejara de ser idolatra para dejar de adorar a los dioses de barro como los pueblos ignorantes.

En primer lugar, habría suprimido el sacrificio humano con la prueba del sacrificio de Isaac, de modo que ya sólo los sacrificios serian de animales, para después construir un templo donde efectivamente había sacrificios de animales, pero sobre todo se alababa a Dios y, en el fondo, realmente era solo una imagen del único y verdadero sacrificio de la nueva ley.

Aquí se queda detenida la pedagogía divina ensayada por Maimónides, Pero que en la obra clásica del cardenal francés Henri de Lubac, sobre la Iglesia, recientemente reeditada por ediciones Encuentro, se vuelve a los textos de los padres de la Iglesia, para manifestar como la pedagogía divina fue siempre de lo exterior a lo interior en la historia de la salvación: “No creamos que Dios se complacía en los sacrificios de toros, de ovejas o de machos cabríos: solo lo había concedido por indulgencia hacia la inclinación de los judíos” (212).

Con palabras de san Juan Crisóstomo nos recuerda que aquellas instrucciones de Moisés tienen su origen en la grosera mentalidad de los gentiles”. De hecho, la pureza del cuerpo que señalaba Moisés iba dirigida, por inspiración divina, a alcanzar la pureza del espíritu.

Así pues, nos aportará de Lubac: “Cristo, buen pedagogo suscita en el hombre la reflexión que le conduce de fuera a dentro y lo eleva del sentido al espíritu. Como buen médico adapta sus remedios a la situación del enfermo y los dosifica en una sabia progresión” (213).

Efectivamente, poco después señalará; “debemos admirar como Dios cuando quiere llevar a cabo una obra maravillosa, envía primero sombras y figuras, a fin de que, gracias a este proceso, la Verdad encuentre una mejor acogida” (214). Así pues, antes de la llegada de la Verdad debe haber una preparación interior, un sometimiento de las pasiones.

Enseguida recorrerá las grandes composiciones de los padres de la iglesia para afirmar: “lo que ellos consideran, ante todo, no es la proclamación de una doctrina abstracta: es el encuentro efectivo del hombre con Dios, la familiaridad de la naturaleza humana con la divinidad, la transformación del hombre bajo la acción de la gracia de Dios. Es la irrupción de la energía divina y de la fuerza del espíritu” (217). Así pues, se hace necesario seguir profundizado de la oración vocal a la mental, del trabajo ofrecido al trabajo contemplativo.

José Carlos Martín de la Hoz

Henri de Lubac. Catolicismo. Aspectos sociales del dogma, ediciones Encuentro, Madrid 2019, 403 pp.