Con este sugerente título el Prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, ha presentado su última obra que deseamos comentar, aunque sea brevemente. Se trata de algunos textos breves, fruto de su oración personal y de su predicación a los fieles cristianos.
Como muy bien refleja la ilustración de la portada (una persona joven leyendo un libro en una estación de metro de una gran ciudad), se trata de poner alcance de los cristianos corrientes algunas ideas para que, en cualquier momento, pueden levantar su corazón a Dios y dedicar unos minutos a entretenerse en una animada conversación con Dios. De hecho los diversos apartados brotan, como dice el título del libro, “A la luz del evangelio”, de un texto del Magisterio reciente o de un punto de Camino (la obra más conocida del Fundador del Opus Dei san Josemaría Escrivá).
Siempre, lógicamente, los textos presentados buscan levantar la mirada hacía Cristo (241), para provocar una relación personal de amistad con el amor de nuestra vida: Cristo Rey que desea reinar, “sin dar órdenes” (248). en nuestros corazones para inundarlos de paz.
Precisamente es el propio autor quien, hacia mitad de su libro en un epígrafe titulado “piedras vivas”, nos da la clave del libro con estas palabras: “Cuando el Señor nos llama a realizar una concreta tarea de evangelización, una obra de apostolado, la clave no está en construir cosas, ni en escribir papeles (planes, programación, objetivos), sino en contribuir a edificar almas: «piedras vivas»” (141).
Efectivamente, para edificar almas que vivan su fe cristiana en medio del mundo que deseen iluminen su existencia con el amor a Jesucristo y, a través, de la amistad transmitirlo a otros, hace falta una oración centrada en Jesucristo (241).
Son, por tanto, muchos los pasajes donde se habla de la presencia real de Cristo en la Eucaristía: “el sagrario como centro de las esperanzas” (233); así como de procurar “vivir de Misa en Misa” (197) y, por tanto, de sacar “necesariamente” (123) las fuerzas de la raíz de la Misa, para toda la jornada.
Inmediatamente, nos hablará de optimismo cristiano, del buen humor (80) del cristiano, fruto de saberse creado, redimido y perdonados siempre por Dios. Es más, el pecado del hombre es perdonado por la misericordia de Dios “sin privarnos de su confianza” (231).
Es interesante, subrayar cómo el hecho de ser invitados los cristianos a la filiación divina, a la vida de la gracia, a pertenecer a la familia de Dios aparece siempre en esta obra como un “don inmerecido” (160).
Es lógico, por tanto, que el autor nos invite a respirar con el Evangelio (45), para saborear en la oración la paz de Cristo y contagiar esa paz (210). De ese modo, la tarea apostólica se realiza con “alma” (224), con amistad y generosa entrega con el buen ejemplo, es decir, a veces ” sin ruido de palabras” (240).
José Carlos Martín de la Hoz
Fernando Ocáriz, A la luz del Evangelio. Textos breves para la meditación, ediciones Palabra, Madrid 2020, 286 pp.