La
reciente apertura de los Archivos Vaticanos acerca del Pontificado del Papa
Pío XI, ha proporcionado a la historiografía contemporánea
una documentación muy importante. El Prof. Vicente Cárcel Ortí acaba de publicar de ese fondo documental los
relativos a la postura de la
Santa Sede respecto al gobierno de la República y a
las relaciones con el Gobierno durante la Guerra Civil y,
finalmente, acerca de la aceptación del Régimen de Franco.
La
lectura de la documentación expresa como “Si hubiera habido la intención de establecer un sistema
democrático liberal de ‘vive y deja vivir’, podía
haber dado buen resultado un ‘Modus Vivendi’. Ésta era la
meta del presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y de
los republicanos más moderados. Pero la izquierda republicano-socialista
insistió en imponer una solución radical y lo consiguió”.
(p.13).
Una
vez aprobado por las Cortes Constituyentes de 1931 el art.
26, se dio paso a una política antieclesiástica. Evidentemente
las negociaciones para realizar un modus
vivendi entre el Gobierno y la Santa Sede se embarrancaron. Por eso en las
instrucciones enviadas a la Nunciatura el 25.III.1935 fueron claras: “Las negociaciones por parte de la Santa Sede, no
habían sido propiamente cerradas, sino solamente suspendidas y aplazadas
en espera de que llegase el tiempo, que esperamos no sea lejano, en el que la
posibilidad de reforma de la Constitución quite los obstáculos
más graves y las asperezas más estridentes que se oponen a un
acuerdo satisfactorio” (p.135).
Respecto
a las negociaciones comenzadas por Franco para ser reconocido su régimen
ante la Santa Sede
se encontró con toda la prudencia del Vaticano: “también las repercusiones que tal
reconocimiento hubiera podido tener tanto sobre la vida de numerosos sacerdotes
todavía encarcelados por los republicanos” (p.244).
Por
otra parte existían sospechas acerca de cómo derivaría el
gobierno de la llamada zona nacional. Las sospechas eran fundadas, puesto que
la encíclica de Pío XI “Mit brennender Sorge”
condenando el nazismo, se publicó en la zona nacional en1938, cuando se
dio el decreto de Unificación del Movimiento Nacional FET y JONS. Preocupación
constante hasta la muerte de Pío XI fue que el nuevo régimen no
cayera en el nacismo.
Por
otra parte, estaba el problema del clero vasco. “El mismo día 29 de diciembre, Magaz
había dejado a Pacelli un telegrama de su
Gobierno en el que se pedía la condena y la excomunión de los
católicos vascos nacionalistas” (p.277). El hecho fue que
desde que llegó Antoniutti a Bilbao, el 5 de
agosto de 1937, “el delegado
pontificio pasó, de hecho, a ser el informador y el representante
oficioso de la Santa Sede
ante Franco” (p.311). El 7.IX.1937 se le nombró encargado de
negocios y el 17 de IV.1938 fue nombrado Cicognani
nuevo Nuncio en España, una vez que Franco había eliminado los
artículos anticatólicos de la Constitución de 1932 y de la
legislación republicana (cfr. p.331).
Posteriormente
“Pío XII defendió al
Cardenal Vidal y Barraquer y le mantuvo el título de arzobispo de
Tarragona, si bien el Gobierno no le autorizó a regresar a España
y murió en el exilio, en la cartuja de Valsainte
(Suiza), el 13 .IX.1943” (p.365).
José Carlos Martín de la Hoz
Cárcel Orti, V. (2008) Pío XI.
Entre la República y Franco, Madrid, BAC