Es muy interesante que el inolvidable y sapientísimo doctor Juan de Medina, catedrático de Artes de la Universidad de Alcalá y especialista en Teología Moral, discípulo de Domingo de Soto, realice un “excursus” en su “Tractatus de Poenitentia” redactado en dos gruesos volúmenes y publicado en Salamanca en 1546 por su hermano a título póstumo, cuando está tratando de los sacramentos, para descender a algunos detalles de la vida pastoral de la época.
Entonces, como ahora, los cristianos requieren al acudir al sacramento de la confesión, encontrar un corazón de Padre, comprensivo y misericordioso, tal y como nos expresó Jesús que es el suyo y como reflejó magistralmente en la inolvidable parábola del hijo pródigo, cuándo el Padre abraza a su hijo y lo cubre de besos en respuesta a la petición de perdón (Lc 15, 11-32).
De hecho, por la fragilidad del ser humano, debemos reiterar el uso de sacramento de la penitencia, pues como ya decía el Antiguo Testamento que “el justo peca siete veces y otras tantas se levanta” (Prov. 24,16). Es decir, que la debilidad nos debe llevar a acudir a los sacramentos con frecuencia y a suplicar al Espíritu Santo su ayuda e inspiración. El camino hacia el cielo está lleno de amor, esperanza, dolor y humildad.
Precisamente en el Segundo Tratado, capítulo XXV, nuestro autor se detiene a considerar si la absolución de los pecados puede ser reiterada. En su respuesta a la cuestión, comienza recordando que debe reiterarse la absolución de los pecados a lo largo de la vida, cada vez que el penitente acuda a la confesión con las condiciones requeridas: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, intención de confesar los pecados al confesor y de cumplir la penitencia.
Enseguida, se detiene en la reiteración de la absolución, también en el caso de que sea el mismo pecado el que se confiesa reiteradamente. Pues, como dijo Jesús a San Pedro cuando le preguntó si debía perdonar a su hermano hasta siete veces, el Señor le respondió: “hasta setenta veces siete” (Mt 5,39).
En esta ocasión Medina, para explicar la doctrina de que Dios perdona siempre a través del confesor, incluso cuando hay reiteración del mismo pecado por fragilidad, nuestro catedrático utiliza una bella imagen: “sicut si quis in eadem Missa plures hostias accipiat, nihil plus, quam si unam perciperet, obtinebit”; es decir, vendría a decir en castellano: “como si alguien en la misma Misa recibiese varias formas consagradas al comulgar, en realidad, recibe una vez el cuerpo de Cristo”.
Finalmente, termina nuestro autor reiterando la importancia del “ex opere operato”, es decir, que el fiel, por la fuerza del Sacramento recibe el perdón y, por las disposiciones mayores o menores, más o menos gracia sacramental para la vida espiritual.
José Carlos Martín de la Hoz
Juan de Medina, Tratactus de Poenitentia, Salamanca 1546, I, Tr. 2, cap. 25, p. 158.