Indudablemente, buscamos a Jesucristo, Camino, verdad y vida. Buscamos su trato, su conversación, su intimidad. Buscamos una relación real que deja poso y sosiego en el alma.
Ahora bien, el profesor Safranski en el colofón del libro que estamos comentando, responderá a esa pregunta afrontando con toda crudeza la cuestión de la libertad y la vida, pues sin verdad no hay verdadera libertad, ni la energía puesta en marcha alcanza su eficacia: “Las expectativas vinculadas a la verdad pueden resumirse con esta fórmula: solo la verdad nos hará libres” (203).
Enseguida añadirá con fuerza que: “Las verdades que buscamos pasan normalmente por ser algo real que ya existe y que, en cierto modo, están esperando a que lo encontremos” (203).
Lógicamente, señalará que, en nuestro tiempo, “El científico pregunta y las cosas deben responder. Todo depende de la aprobación de las cosas. Las verdades deben encontrarse, no inventarse” (204).
Ahora llegamos al meollo de la cuestión, cuando se separa verdad de libertad, entonces aparece el miedo: “el miedo a la libertad es el miedo al libre y arriesgado autodominio, a ser responsable de uno mismo. (…). El miedo a la libertad es miedo a la propia contingencia, a no ser necesario” (206).
Es muy interesante la siguiente afirmación: “La edad moderna descubrió que se podías ser tan libre como para inventar a Dios. Pero no quiso contentarse sin una verdad absoluta y universal que sirviera de protección contra el poder de invención de la propia libertad” (209). También es fruto del miedo a la libertad el totalitarismo que va contra la pluralidad.
Respecto a las verdades que deben regir la vida política, nuestro autor señala la importancia de la libertad de pensamiento y, por tanto, la convicción de que los grupos políticos deben asegurar la dignidad de la persona humana y poco más, pues intentar imponer verdades profundas al pueblo es provocar reacciones en contra: “su contribución capital ha de ser la vigilancia del respeto a las reglas del juego que permiten a cada uno descubrir o incluso inventar su verdad vital” (219).
Incluso llegará a afirmar: “Deberíamos ser tan libres como para poder vivir simultáneamente en dos mundos y poder dar validez a todos los ámbitos de verdad separados” (219). Consecuentemente: “Necesitamos las verdades intrépidas de la cultura a la par que las frías y útiles verdades de la política. De no mantener separadas ambas esferas corremos el peligro de padecer una política intrépida o una cultura insípida o, en el peor de los casos, ambas” (220).
José Carlos Martín de la Hoz
Rüdiger Safranski, ¿Cuánta verdad necesita el hombre? Lo que se puede pensar y lo que se puede vivir, ediciones Tusquets, Barcelona 2023, 220 pp.