Religión y violencia

 

Desde los violentos actos terroristas que tuvieron lugar en Nueva York el 11-S, se ha ido propagando a través de los medios de comunicación del mundo entero, un peligroso binomio: violencia-religión, de modo que se ha sembrado en todo el orbe y especialmente en la cultura occidental, la sospecha hacia el islam y, en general, hacia toda creencia religiosa, como engendradora de violencia en la sociedad. Esta estrategia ya venía de antes, como parte de la insidiosa propaganda llevada a cabo desde hace muchos años, por la conocida como conspiración de Nueva Era, es decir un conglomerado de movimientos, formaciones, instituciones y fundaciones, que desean promover la paz en el mundo mediante la eliminación de todo líder religioso, supresión de todo libro sagrado y de eliminación de creencias en cualquier tipo de dogma.

En el mosaico de temas que aborda el historiador, escritor y, en esta ocasión periodista, el doctor por la Universidad de Yale, profesor Suleiman Mourad, con el ensayista y escritor, profesor emérito de la Universidad de California, Perry Anderson, no podía faltar la referencia concreta y específica acerca de la yihad.

Resaltemos en primer lugar la primera anotación acerca de la yihad interior o lucha ascética que cualquier creyente sostiene en su interior, pues religión es religere, unión con Dios y, por tanto, mejora de la conducta personal tanto en propia relación con Dios creador y con las personas que me rodean, familiares, amigos y compañeros. Pues bien, en seguida hemos de señalar que en el islam no existe en realidad lucha ascética, pues no existe el concepto de virtud, ni el concepto de gracia, ni la santificación personal, todo queda en algo más genérico como la sumisión del hombre a Dios en una oración ritual.

La yihad, es la que se proclamó en muchas ocasiones para la expansión del islam en los años posteriores a la muerte del profeta, primero en oriente hasta las fronteras del imperio Bizantino y luego por el norte del África. En esta primera etapa nos recuerda el profesor Anderson, que en realidad se trataba de una expansión árabe islámica, y que muchas veces se hicieron con el poder local “de manera pacífica a cambio de un rescate “(47), manteniendo las estructuras que encontraban y cobrando los impuestos, la yizia, a los que no eran musulmanes, así muchas conversiones llegarían por conveniencia. Eso sí, en otras ocasiones hubo violencia y destrucción, pues la violencia está en los tiempos del profeta en Medina y en la Meca para alcanzar el poder, así la violencia: “Está ahí desde el comienzo. Cuando el Corán usa el término yihad en este sentido, lo hace invariablemente en un contexto de guerra para superar un peligro que amenaza a la comunidad islámica (…) era el producto de la hostilidad recíproca entre el Profeta y sus opositores” (49).

José Carlos Martín de la Hoz

Suleiman Mourad, El mosaico del islam. Una conversación con Perry Anderson, ed. Siglo XXI, Madrid 2018, 142 pp.